“La tecnología es vital para estar en sociedad”. Pablo Pineda (Málaga, 1974) lo tiene claro y así lo explicó ayer en la Casa de las Mariposas de Cajamar en un encuentro organizado por la Fundación Adecco e INSA (Ingeniería de Software Avanzado) dentro del proyecto ‘Tecnología sin barreras’.
Pero como es habitual en cada foro en el que participa este todoterreno (actor, maestro, conferenciante, escritor y, ante todo, persona, como reza su perfil de Twitter), la cita se convirtió en una lección de vida y sabiduría, tanta como desprende en la distancia corta el primer diplomado europeo con síndrome de Down. “Es un subidón cuando alguien se acerca y te dice que le has llegado al alma”, confiesa.
Durante su charla, instó al público a “abrir sus ojos a la discapacidad” y a descubrir todo lo que estas personas pueden aportar a la sociedad y a las empresas: dosis extra de motivación, esfuerzo, capacidad de sacrificio u orientación a resultados.
Y sobre el proyecto en cuestión, que ya ha dado sus frutos (una aplicación gratuita para móvil para personas con TEA, Trastorno del Espectro Autista), explica que intentan “hacer más accesible el lenguaje tecnológico a gente con discapacidad intelectual”. Este, dice, es el quid de la cuestión: “Cómo lograr adaptarlo, que sea más comprensible”. Él lleva muchos años conviviendo con la tecnología, algo a lo que le han ayudado mucho uno de sus hermanos, informático, y su padre, recientemente fallecido.
Acostumbrado a vencer obstáculos, Pineda -que ganó la Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián por su papel en el filme ‘Yo, también’- sigue teniendo retos en el horizonte. “Por ejemplo, la independencia, vivir solo, algo que ya es un reto de por sí para alguien de mi edad. La pareja también lo es. Y tener carné de conducir, estar en la vorágine del tráfico y pelearse con unos y otros (risas). Son tres grandes desafíos para un síndrome de Down”.
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