Corta se le queda a Tomás aquellas letras de la canción de Los Bravos en los años 60 (seguro que ya la están tarareando).
Y es que no es una sino 28 (por ahora) las motos que Tomás guarda como un tesoro. Y no es para menos son muchas horas de dedicación y tiempo. Pero, ¿dónde empezó todo?. "Yo tenía unos 15 años cuando me compré la primera moto una Velosolex que la vendían en la calle Granada, recuerdo perfectamente la tienda de Francisco López". Ahí comenzó una historia para la que aún no se ha escrito fin. “En 1968 me fui con la familia a trabajar a Alemania y cuando regresé ya en los años 90, conocí en profundidad los clubes de motos antiguas y hasta ahora".
Este amante de las dos ruedas ha empeñado desde entonces todo su tiempo en restaurarlas. A su familia no le importa, "incluso mi mujer se ha hecho motera, no se pierde ninguna salida", nos relata Tomás mientras acicala su Guzzi.
Las más antiguas de la colección son la alemana Simson (con Sidecar), la Guzzi y también una Vespa de Almería cuya matrícula no llega al 3.000. Todas guardan parte de la historia de la vida de Tomás. "La Simson me trae muchos recuerdos, con ella se casó mi hija, mi nieta, y fue a su la primera comunión mi nieto" relata satisfecho.
Detrás de tanto mimo hay, no lo duden, mucho esfuerzo; "Las adquiero a través de Internet o por amigos y conocidos. Poco a poco le pongo las piezas, que no es nada fácil conseguir, y le hago un arenado, es decir, le quito la pintura vieja y se queda en la chapa". Alredor de año , año y media puede tardar en reconstruir casi pieza a pieza estas joyas. Pero no se engañen también requiere dinero; por ejemplo en la última Vespa ha invertido unos 3.000 euros. Un gasto que sentencia "merece siempre la pena".
Evolución
Ver las piezas que Tomás expone es echar la vista atrás y contemplar el paso de los años, ver cómo nos ha cambiado la vida. “Mis hijos hoy tienen dos Harley Davidson, muy modernas pero pesan mucho para mí. Sí se ha ganado en seguridad pero como bonita y la estética de estas motos no hay ninguna. Todo es chapa, te duran 60 años. Ahora son solo plástico”, lamenta.
Es frecuente ver los fines de semana a Tomás y a su mujer porque "se ha hecho motera. No se pierde ni una salida". Paseando sobre todo por las carreteras de la provincia. Abla, Laujar han sido sus últimos destinos… viajes reconfortantes porque asegura que “gracias a las motos he podido hacer turismo, descubrir muchos rincones de nuestra tierra”.
No hay más que añadir. Tomás se acerca a su Simson, enciende y la arranca, a la primera; ruge su motor. Tomás sonríe.
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