-Becada por la Fundación Eduarda Justo de Cosentino hace un par de años. Desde entonces no has parado…
-Pues no (risas). Me fui a estudiar el Master ‘Estudios en Desarrollo Internacional’ a Ámsterdam, en donde hice la tesis sobre Ruanda. Volví y me fui a México a trabajar en una agencia de comunicación, pero allí me di cuenta de que había posibilidades en las microfinancieras para ayudar a mujeres emprendedoras. De manera que empecé un proyecto sobre ello. Lo intercalé con un curso en la Universidad de Naciones Unidas en Tailandia y Camboya, llamado ‘Diseño para Innovación Social y Liderazgo’. Y acabo de volver a España, desde donde trabajo como coordinadora de Ishami Foundation, que ayuda a la escolarización de niños en Ruanda.
-Conociéndote cualquier pensaría que lo que uno se propone lo puede conseguir…
-Yo creo que sí. Depende de la persona. Hay gente que tiene más obstáculos. Yo también los he tenido. Soy de una familia de clase media y he tenido que buscar soluciones económicas. Para mí se trata de un proceso de ir creándote a ti misma.
-¿Debemos hacer, como en las empresas, planes estratégicos de nuestras vidas?
-A medias. Yo planeo mucho. Me dicen que soy muy alemana en eso (risas). Pero hasta cierto punto hay que planear. Yo también me muevo por impulsos.
-¿Crees que la vida se compone de ciclos?
-Ya no, quizá antiguamente sí. Lo que sí tengo claras son mis prioridades en la vida. Una de ellas es tener una familia, aunque es cierto que en nuestra sociedad no se está facilitando complementar trabajo y familia, lo cual es un error.
-En tu desarrollo profesional has tenido muy en cuenta tu lado solidario.
-Considero que se desarrolla muy poco en España. Tienes que salir al extranjero para darte cuenta. Desde los dieciséis años he hecho voluntariado.
-¿Cuál ha sido la mejor experiencia de tu vida?
-La beca de Colegios del Mundo Unidos, en Gales. Me cambió la vida. Salí de Almería, entré en un contexto social diferente, con personas de ochenta países, con valores distintos… y aprendes a conocerte a ti misma. Yo quería ser arquitecta pero me di cuenta de que quería tener impacto en la gente. Allí aprendí a tener más empatía, a escuchar y a no pensar tanto en ti.
-Luego estudiaste Economía y Periodismo en Madrid. ¿Cómo está la universidad en España?
-A nivel general no hay incentivo de mejora, y la gente tampoco se rebela.
-Vienes de México, ¿cuál es tu próximo proyecto?
-Ahora mismo estoy coordinando el proyecto de Ruanda. Somos conscientes de que tenemos que crear un proceso de formación profesional para las madres de los niños que estamos escolarizando. Por otro lado, tengo muy claro eso que dice Risto Mejide: “si no encuentras el trabajo que te gusta, créalo”. Busco algo con impacto social.
-¿Te gusta la política?
-Sí. De hecho, me lo han planteado alguna vez, pero para ello necesitaría creer mucho en ese movimiento para ayudar a cambiar cosas en la sociedad.
-¿Volverás a Almería para ayudar a mejorar tu tierra?
-Ese es mi objetivo. Tengo veintisiete años y me estoy preparando para ello. Almería tiene mucho potencial. Mi sueño es que se convierta en una provincia pionera en educación, que tuviera colegios e institutos en que se impartiesen unos valores diferentes.
-¿Qué le dirías a un joven de quince, dieciséis años?
-Le diría que la suerte no existe y que no sea vago, porque a esa edad se tiende a esperar a que sucedan las cosas. Hay gente a la que se le pasan las oportunidades. Uno debe tener aspiraciones en la vida.
-La receta del optimismo…
-Pensar que de todo lo malo se puede aprender y que se puede sacar algo bueno. Recomiendo ver la película ‘Del revés’, que está en los cines ahora.
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