Dreambeach deja de vibrar hasta 2016 mejorando cifras de público

A las nueve de la mañana del pasado domingo dejaba los platillos Armin van Buuren y despedía una edición del Dreambeach que ha mejorado en cerca de 10.000 personas diarias los asistentes del año anterior, con un cómputo total de 100.000 visitantes. 

Junto a los asistentes, a esa misma hora la música electrónica dejaba de vibrar en todo el Levante, puesto que la estela “techno” ha llegado a todos los municipios de los alrededores. Según la organización, la primera jornada del viernes se llegó a las 48.000 personas en las cuatro carpas habilitadas, mientras que en la noche del sábado, la asistencia subió hasta los 52.000. De esta manera se disipaban las dudas y finalmente la organización resaltaba su intención de volver en el año 2016, después de las cautas previsiones iniciales de repetir las cifras del año anterior de llegar a los 40.000 asistentes diarios.

El éxito ha estado en el cartel, pero también en las privilegiadas instalaciones a la orilla de la playa que han permitido que los jóvenes amantes de la música electrónica de todo el país hayan podido disfrutar de horas de sol y agua entre actuaciones. Por la noche, nombres como el dj holandés que cerraba el festival y que ha sido considerado en cinco ocasiones como el número 1 mundial por la revista DJ Magazine. A él se han sumado otros grandes ejemplos de la música electrónica internacional como son Niki Romero, que finalizó con una traca de fuegos artificiales; Paul Kalkbrenner; el veterano británico Fatboy Slim, promotor y protagonista en los 80 de las ilegales Acid House Partys; la rusa Nina Kraviz; el reclamado internacionalmente DJ Paul Van Dyk e, incluso, los representantes del rap sevillano SFDK que contaron con gran aceptación, un “guiño al hip-hop”, según la propia organización, a quien se le dejó su espacio en la tarde del sábado antes de las grandes actuaciones electrónicas de la noche. En total, más de 80 artistas nacional e internacionales en su cartel.

Camping
Ya en la jornada previa a la inauguración se mejoraron las previsiones y desde la organización se decidió de adelantar una noche la apertura de la zona de acampada con la llegada de los 40 autobuses desde distintas capitales de provincia que había fletado la organización. 

Finalmente, se completó el aforo de 30.000 personas acampadas que disfrutaron de playa y actuaciones pese a los 40 grados a la sombra durante el día, tanto el viernes como el sábado. No es la primera vez que muchos de los asistentes vienen a la cita de Villaricos y también se han decantado por el alquiler de apartamentos en los alrededores con la finalidad de evitar las incomodidades de una zona de acampada. Por lo general, la estancia en el Camping Área ha transcurrido con normalidad aunque en la primera jornada unos jóvenes de Murcia decidieron volverse después de sentirse “increpados y desprotegidos” después de desplegar una bandera pirata junto a su tienda.

Seguridad
No todos los posibles “dreamers” llegaron a su destino. La intensa labor de seguridad realizada por la Guardia Civil en las salidas de la Autovía del Mediterráneo de acceso directo a Cuevas del Almanzora, y por tanto Villaricos, llevó a ver en todo momento coches en proceso de registro y, en alguna ocasión, algún coche inmovilizado y sus ocupantes esposados en el arcén. Por lo demás, el festival ha transcurrido según la organización “sin incidencias y un comportamiento ejemplar del público”.

Conocer gente
Desde Palomares, el joven M. M. aprovecha la importante cita con la música electrónica para disfrutar de las noches de verano con sus amigos y conocer gente. En esta ocasión, ha llegado a conocer a jóvenes con intereses musicales parecidos de lugares como Jaén o Málaga, “vienen porque les gusta la música y la fiesta que organizan”, señala el joven quien destaca el “buen ambiente y un buen plan para ir con los amigos en agosto”. La cita se ha convertido en obligada para muchos, también autoridades y vecinos de toda la comarca no pararon de pasar por las inmediaciones del recinto para conocer el ambiente “que se respiraba”.