-¿Cómo va la pesca, marinero?
-(Sonríe) Siempre se escapa el más grande. En la vida mucho mejor que en el mar. Soy un hombre afortunado.
-En tierra, ¿hay muchos tiburones?
-No tantos. Hay algunos que creen serlo pero no llegan ni a chanquete (risas).
-Eres un histórico de la radio y de los medios. ¿Te lo han dado todo?
-Me lo he ganado yo. Es cierto que he estado en una gran universidad pero he trabajado mucho.
-¿Qué tiene la radio que todo lo cura?
-Tiene embrujo. Cuando empecé a trabajar dije que me jubilaría en la radio. Tiene algo especial, como el mar.
-Como almeriense, ¿por qué siempre queremos aparcar en la misma puerta de los sitios?
-(Risas) Porque no tenemos unas referencias en las distancias largas. A unos compañeros de fuera les contaba que ir a Aguadulce, por ejemplo, nos parece a veces un viaje a un sitio lejano. Ya lo decía el alcalde, Luis Rogelio: “cogemos el coche hasta para ir a comprar el pan”.
-¿Cómo distingue a un almeriense cuando viajas fuera?
-Se adapta rápido al acento e intenta que sus eses sean más silbantes. Está en Madrid tres días y cuando vuelve está otros cuatro días hablando igual (risas). La verdad es que el almeriense es muy cordial, servicial y cariñoso. Somos los andaluces más acogedores. Nos parecemos a los gallegos: muy de nuestra tierra y en cuanto salimos fuera hablamos de las maravillas de Cabo de Gata. La mejor campaña de publicidad la hacemos nosotros mismos.
-¿Somos un inmenso coral, como decía Manolo Escobar?
-Sí lo somos, y el que no lo crea está equivocado. Lo tenemos todo: mar, montaña, buen clima. Aquí se vive como un rey.
-Volviendo al mar, este verano estamos lamentado demasiados sucesos relacionados con los ahogados. No se ven respuestas de nuestros políticos…
-Es un tema complicado. Debe haber responsabilidad personal, una mayor prudencia y al mismo tiempo hay playas que deberían estar señalizadas. Una medida podría ser poner balizas de agarre cada cinco o diez metros en el agua. Salvaría vidas.
-¿Somos indolentes?
-No creo. A los almerienses no les veo ni defectos (sonríe).
-Pero sí nos faltan cosas en la provincia…
-Nos fallan las comunicaciones. Los que hemos viajado mucho las sufrimos. También es una provincia pequeña que hace que Almería parezca una comunidad de vecinos. Si vas a un cóctel una tarde al día siguiente te puedo decir quién va a salir en las fotos del periódico (risas).
-¿Almería “independentzia”, como piden algunos?
-No, Almería es Andalucía y Andalucía es España. Me parece una tontería que algunos pidan la independencia.
-En Cataluña parece que se empecinan…
-Lo que está pasando allí lo veo como una huida hacia delante de Artur Mas, que está escondiendo muchas cosas.
-¿Reivindicas algo?
-Me gustaría que todo el mundo trabajara. Esa es la alegría. Aquí tuvimos el problema del boom inmobiliario, cuando los jóvenes dejaron de estudiar para trabajar en la obra. De pronto se encontraron con que no tenían nada. Y la formación es clave.
-¿Los españoles nos ponemos en la piel del otro?
-Sí, pero no ayudamos. Preguntamos pero no echamos una mano.
-¿Algún secreto confesable?
-No tengo. Se lo cuento todo a mi mujer.
-Estamos en una nueva edad de oro del cine en Almería. ¿Viviste aquel otro esplendor?
-Sí, de hecho participé de extra en ‘Las cuatro plumas’, una película inglesa. Estudié hostelería y mi primer trabajo fue en el hotel Meliá Aguadulce. Atendía a Alain Delon, Charles Bronson, Toshiro Mifune, que rodaron ‘Sol rojo’.
-Tu película de cabecera…
- ‘El Padrino’. Es pecado no verla dos veces al año. Yo la regalo a mis amigos para que disfruten de una auténtica obra de arte.
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