Moreno de verde luna, como personaje recién fugado de una página de Lorca, el duende de Leonides Maya, empero, no está bruñido en una cueva del Sacromonte sino en un corralón de La Latina, el barrio castizo madrileño donde aprendió a los cinco años a maniobrar con los trastes.
Leónides es Leo y es De Aurora por la autora de sus días. Y en una semana ha puesto patas arriba los garitos mojaqueros con solera musical.
Se lo ha traído hasta el Levante almeriense Enrique Lorente, el hijo de Rafael, aquel diplomático del karma y uno de los más egregios embajadores que ha tenido ese cerro encalado almeriense. Su mánager lo descubrió en el viejo Madrid, en la discoteca Empire, cuando era un chiquillo y llevaba melena de bailaor por la cintura. Pero Leo de Aurora, el bisnieto de Ramón Montoya, uno de los creadores de la guitarra flamenca, no es bailaor ni cantaor, ni vendeor de jaulas de colorines, a pesar de haber nacido a un paso del Rastro de Cascorro.
Leo es guitarrista con capitulares, al menos ese es el marchamo que le dan los puristas, desde que debutó con siete años con su padre Felipe, también guitarrista, en la holandesa Utrech de los tercios de Flandes.
Edad de Cristo Ahora, con la edad de Cristo, con el pelo y los ojos aún más oscuros que la pez, se embarca en una gira por Andalucía, tomando Almería como bandera de salida. En Mojácar se ha hospedado en El Puntazo de las paellas, el que fundaran Rosa y Martín y ha triunfado en el Aku Aku, el legendario chiringuito de Los Lomos del Cantal a cargo de María la turrera, con la colaboración en el escenario de su hermano Jerónimo Maya y de Tomasito de Jerez, en una noche de luna llena, entre mesas de madera y grandes músicos afincados en la montaña de Bédar. Se ha dejado ver también este perito de las cuerdas más gitanas por los sótanos de la Generación del 27 y por las redacciones periodísticas de la ciudad.El duende, dice, lo lleva en los genes, aunque él pone de su cosecha, sin dejar de acompañar con los ojos los dedos que derrapan por el instrumento. Su bisabuelo toledano, renombrado como el Bach de la guitarra flamenca, se juntaba con Falla, y con Tárrega. Él, de momento, admira a Paco de Lucía, a Sabicas, ha actuado con Estrella Morente y se conforma, por ahora, con que India Martínez le preste su garganta para Nadie, un tema de su puño y letra. Está a punto de salir, como las carabelas de Colón, para Las Indias, aunque antes recorrerá con su guitarra y con el bueno de Enrique, plazas esenciales como Ronda, Marbella, Sevilla o Sanlúcar.
La bailaora Blanca del Rey, prima política del periodista gallardero Antonio Torres y fundadora del Corral de la Morería en Madrid, lo definió como “el sucesor de De Lucía”. Él dice que eso, por ahora, no. Pero el viento de sus manos no ha dejado, dicen, indiferente a nadie de los que conocen esta suerte. Al menos por aquí, por Almería, la tierra que ha elegido como pista de salida.
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