’Mar de plástico’: Nuevos (y buenos) aires para una historia clásica

Crítica del primer capítulo de la serie de Atresmedia y Boomerang TV

 Imagen del primer capítulo de la serie (Foto: Atresmedia).
Imagen del primer capítulo de la serie (Foto: Atresmedia).
Evaristo Martínez
01:00 • 24 sept. 2015

Hace 25 años, David Lynch se anticipó a la edad de oro que hoy vive la pequeña (gran) pantalla con Twin Peaks. El clásico ‘whodunit’ (¿quién es el asesino?) presentado de forma genial, con una atmósfera surrealista y unos personajes tan peculiares que acababan más sugestivos que la propia trama criminal. 

Algo de eso -salvando las distancias, no afilen aún los cuchillos- hay en Mar de plástico: una violenta y macabra muerte en un entorno rural en el que cualquiera podría tener motivos para llenarse las manos de sangre. Nada nuevo, de acuerdo, aunque sí su envoltorio, al menos en nuestro país: la acción transcurre en un paisaje apenas explotado por la ficción -los invernaderos- que se presenta como un personaje más, gracias a la buena factura técnica y a la fotografía de José Luis Pecharromán, deudora de la estética de La isla mínima, True Detective o Breaking Bad, en los que la orografía del territorio dibujaba el mapa de las emociones humanas. 

Con elementos de thriller, cierto aire de western, acción dosificada y un intento de acercarse (que no radiografiar) a una realidad social concreta, Mar de plástico irrumpe con una primera entrega notable, por encima de la media de la ficción patria. No ha sido un capítulo redondo (alguna caída de ritmo y el ‘cliffhanger’, o gancho final, se antoja algo plano) pero entretiene que es lo que busca una cadena generalista (aquí no tenemos una AMC ni una HBO). ¿Tópicos? “Las series son simplificadoras, como los telediarios, como la televisión en general. Lo que pasa es que nos damos cuenta cuando aquello sobre lo que se simplifica lo tenemos cerca”, decía en julio en este diario el cineasta almeriense Manuel Martín Cuenca. ¿Licencias? Las que se toma la ficción policial, aquí, en Alemania y en Estados Unidos. ¿Cosas que chirrían? Particularmente, esas tres chicas del este atendidas por una criada salida de El tiempo entre costuras. Algo improbable, que no imposible. ¿Y por todo esto es un producto tan pésimo? En absoluto.

Cierto es que es muy distinto ver Mar de plástico desde Almería que desde fuera. Nos falta perspectiva (y quizás ganas de tenerla). Aquí nos han dado -y nos dan- tantos palos en cosas serias que nos hemos vuelto hipersensibles ante las banales. El mínimo atisbo de crítica, de que “no nos retraten bien”, nos produce sarpullido. Lo del acento es un mal endémico del cine español, quizás porque tenemos el oído vago por el doblaje. Pero, ¿de veras que en España se van a pensar que aquí todos somos racistas porque aparezcan cinco cretinos xenófobos? Que no tenga que salir otro cartelito en los créditos pidiendo perdón a los almerienses ofendidos, o flaco favor nos estaremos haciendo.




Habrá que ver cómo evoluciona el argumento aunque se aventura prometedor. Sólo por el oceánico talento de Pedro Casablanc y de su villano Juan Rueda quien les escribe se zambullirá con ganas, cada semana, en Mar de plástico.










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