Teatro para combatir una afrenta

Antonio Llaguno propone una historia con dosis de humor para desmitificar la esquizofrenia o la paranoia

Antonio Llaguno, el autor de Aquí no se libra ni Dios
Antonio Llaguno, el autor de Aquí no se libra ni Dios
Manuel León
01:00 • 13 oct. 2015

Están ahí, en la calle, forman parte de la maraña humana. Están con nosotros, como uno más, no son extraños, son nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros parientes, incluso nosotros mismos. Lo dicen estudios epidemiológicos: una de cada cuatro personas que nos rodea, que toma café con nosotros, que nos acompaña en el ascensor, ha padecido, padece o padecerá una enfermedad mental.
Viajan por la vida con esa carga, con el estigma añadido del miedo, la vergüenza y la incomprensión de los demás: los vecinos se sienten incómodos, evitan cruzarse con un esquizofrénico o con un psicótico, la propia familia los esconde y los silencia, sin caer en la cuenta de que el silencio forma parte del problema.
Para combatir esa llaga, esa afrenta, ha escrito este libro, este librito frágil de aspecto, pero hercúleo de mensaje, Antonio Llaguno, psicólogo clínico de la Fundación  Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem). Para dejar claro en negro sobre blanco, en letra de molde, que pocas personas se escapan de padecer una enfermedad mental en algún momento de su vida. “Aquí no se libra ni Dios” es el sugestivo título de esta obrita de teatro en cuatro actos en el que aparecen personajes como Don Rodolfo, un arquitecto con cambios de ánimo, Juanita,  afectada de esquizofrenia paranoide y José antonio, un joven sin trabajo con un transtorno esquizóide de personalidad.
La obra está prologada por  Andrés López Pardo, psiquiatra de Faisem, quien incide en el hecho de restar sentimiento trágico a la enfermedad mental, en despojarla de Sofocles y de Esquilo,  “porque es salud mental cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. El epílogo lo traza Domingo Díaz del Peral, director de la Unidad de Salud Mental de Almería, quien aclara una vez más, como lleva haciéndolo años, que el enfermo mental no tiene por qué padecer la espada de Damocles añadida de la afrenta social; que una persona con esquizofrenia no tiene por qué ser arrinconado en el mundo laboral, que una persona con depresión no tiene por qué ser tratado como un débil de carácter.
Llaguno trata con esta obra de teatro, que se representará en algunos centros de la provincia como Vera o Pulpí,  con afán didáctico que en enfermedades mentales hay que hablar más de recuperación que de curación, que hay que desprenderse de ese olor a alcanfor de los viejos manicomios.
Y lo hace con una propuesta valiente, incluso divertida, con personajes ficticios y a la vez reales que hará, sin duda, que quien la lea vea a estas personas de otra manera.




Llaguno abandona Tombuctú por las peripecias de Don Rodolfo y Juanita




Antonio Llaguno Rojas, deja atrás la curva del Níger, las tremebundas aventuras en la mítica ciudad de Tombuctú, para adentrarse en una obra comprometida con el trabajo que ahora desempeña como psicólogo clínica. Trata de llevar a la literatura el día a día, la cotidianidad de lo que le acontece a personas que tienen alguna enfermedad mental, gente cercana que no forman parte de ninguna nómina siniestra seleccionada por el mismo demonio. Puede resultar hilarante para algunos de sus lectores e incluso esclarecedora y caer en la cuenta de aspectos nunca barruntados. Llaguno, natural de Cuevas del Almanzora, municipio levantino del que fue alcalde, es autor de numerosas publicaciones en los ámbitos del medio ambiente, la historia y la psicología. Esta es su primera obra de teatro que trata de ser una iniciativa más en la lucha contra el estigma social hacia las personas con enfermedades mentales. Pretende divulgar el camino de estas personas para su recuperación, sin tapujos, pero también sin prejuicios, partiendo de la base de que no son humanos extraños a nosotros: se puede ser enfermo mental y tener un proyecto de vida. Quizá, no sea un libro oceánico, literariamente ambicioso, pero dejará huella, por pionero, en quien se adentre en sus páginas, como la ha dejado en el propio autor, sin quizá saberlo.









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