Manuel García Iborra acude a la entrevista con un libro bajo el brazo y sin perder la sonrisa. Hombre práctico y optimista, ha convertido su experiencia al frente de la Librería Sintagma en una oportunidad de futuro.
Hace un mes y medio que cerró Sintagma. ¿Le ha dado tiempo a digerirlo?
Sí, de todas maneras a mí me ha resultado ‘fácil’ porque soy una persona que mira hacia adelante, no soy nada nostálgico. Lo que sí es verdad es que ahora me vienen muchos recuerdos de todo lo bueno que ha pasado. Yo siempre he sido muy templado a la hora de vivir las cosas: cuando nos han dado los grandes premios o han venido escritores importantes. Pero ahora digamos que sí me gusta recrearme en esos recuerdos bonitos.
¿Y le queda algún recuerdo agridulce?
Bueno, aún estoy desorientado porque quedan muchas gestiones por hacer. Cerrar un negocio es muy complicado y una librería todavía más porque hay mucha información que tienes que gestionar con los distribuidores y los editores, lo que me va a llevar varios meses. Y este nuevo trabajo de gestor cultural también es muy complicado. Lo que sí es verdad es que en esta semana en la que ya me he puesto a trabajar en serio y a cerrar actividades, he comprobado mi poca motivación a la hora de cerrar el trabajo de Sintagma y la muchísima ilusión que me hace iniciar la nueva etapa.
¿Será una continuación de su labor en Sintagma?
Claro, es una forma de continuar mi labor. Como librero, aparte de a vender libros, he aprendido a hacer gestión cultural. Creo que también me ha ayudado mucho mi trabajo en la directiva de la federación nacional y andaluza de libreros y sí que me ha dado cierto descaro a la hora de dirigirme a editoriales y autores. El otro día me venía un recuerdo que me hizo mucha ilusión y es que cuando iba a entrar a la universidad, sabía que había dos cosas que se me daban bien: una que no haré nunca, ser publicista, y otra que voy a cumplir ahora, ser gestor cultural.
¿Va a centrar esta etapa en el ámbito literario?
Sí, mi experiencia va por ahí y en una provincia pequeña como es Almería podría tener cabida un gestor cultural así. Al final, lo único que pretendo es buscarme la vida modestamente, no quiero fundar una empresa que obtenga grandes beneficios. Ojalá confíen en mí proyectos que salgan en las asociaciones andaluzas y nacionales. Tampoco descarto trabajar para entidades de provincias vecinas, aunque ahora el sector tiene problemas y poco dinero.
¿Cree que falta profesionalización?
Almería apenas tiene actividad literaria y la que se hace la llevan a cabo personas que ponen mucha ilusión y su tiempo libre, pero que a veces no son profesionales. Hay tradiciones como la feria del libro que repiten un esquema que vemos que está desfasado. Por ejemplo, aquí el problema es que hay pocas librerías y la organización ha venido sólo por parte del ayuntamiento, pero incluso si la hubiesen hecho los libreros, probablemente habría salido mal, porque ni tenían presupuesto ni tiempo. Para organizar cualquier acto cultural, tienes que tener esa especialización y ese tiempo. ¿Y cuántos técnicos tenemos especializados en el sector del libro en Almería? Prácticamente ninguno. Recuerdo el trabajo que hizo Ana Santos, que fue muy bueno. Ella sí que conocía el sector a través de su trabajo en El Gaviero. Su labor se parece a lo que aspiro hacer, aunque tengamos perfiles y gustos diferentes.
¿Se ve organizando la Feria del Libro de Almería?
Sí, hay dos cosas que me gustan mucho: los ciclos de conferencias y las ferias del libro. En la provincia hay ferias fuertes en Almería y El Ejido, pero me gustaría iniciarla en lugares nuevos.
¿Cómo es su feria del libro ideal?
He estado implicado en la organización de la de El Ejido y hay que dar mucha importancia a algo que parece obvio, pero que a veces se descuida y es el recinto. Tiene que haber una buena cantidad de casetas con una gran selección de libros. Hay que hacer un uso inteligente del presupuesto, por pequeño que sea. Y una feria del libro al final tiene que ser un sitio al que te apetezca ir a pasear y mirar libros.
¿Cuál considera que es el legado de Sintagma?
He pensado mucho en las razones de por qué he cerrado y he llegado a la conclusión de que el proyecto cultural era muy ambicioso. Hablando con otros libreros, me han reprochado que no vendiera libros de texto y que pasara tanto tiempo organizando actividades culturales. Y les doy toda la razón. Pero es que si hubiera hecho otra cosa distinta a lo que fue, la librería se hubiera convertido en algo que no me hubiese gustado. Sintagma intentó hacer un proyecto muy bonito que hasta que estalló la crisis fue rentable y es incorporar a las librerías un proyecto cultural. Las librerías que hay ahora en la provincia están bastante bien y las llevan personas con sensibilidad. Y en los últimos años, cada vez hacen más actividades. No digo que imiten a Sintagma, pero sí que ha habido una especie de ilusión por hacer cosas.
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