En la misma jornada en la que llegaban a las salas españolas con unas cincuenta copias, el equipo de ‘Techo y comida’ (Juan Miguel del Castillo, su director; Natalia de Molina, su protagonista; y Germán García, productor) presentaba en el festival ‘Almería en Corto’ un largometraje que ganó tres premios en el último Festival de Cine Español de Málaga. Y los que le quedan: el jueves se conocía la candidatura de De Molina a los Premios Forqué, donde compite en la categoría de interpretación femenina junto a Irene Escolar, Juliette Binoche, Nora Navas y Penélope Cruz. De ahí, seguro, a ser finalista al Goya, que ya ganó como actriz revelación por ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, de David Trueba. “He tenido que dormir para creérmelo. Ver mi nombre al lado de estas actrices, con las que he crecido, impacta mucho”, reconocía ayer en el Auditorio Maestro Padilla antes de la proyección del filme, que compite en la sección ‘Ópera Prima’ junto a ‘Bendita calamidad’, de Gaizka Urresti; ‘Requisitos para ser una persona normal’, de Leticia Dolera; y ‘A cambio de nada’, de Daniel Guzmán.
Para De Molina, esta nominación a los premios de los productores españoles va a dar “visibilidad” no sólo a ‘Techo y comida’ sino al personaje al que interpreta, Rocío. “Ella se lo merece”, dice. Y define a la protagonista como una “madre coraje” con un niño de ocho años que en paro y sin ningún tipo de ayudas se ve desahuciada del piso en el que vive. “Para mí, Rocío es la representación de la dignidad”.
La proyección en el marco del festival ha sido emotiva para la actriz de Linares, ya que ha supuesto su regreso a Almería, donde tiene familia (que ayer acudió al pase) y vivió un año. “Estudié en la Escuela de Artes, así que este presentación es muy especial. Además, aquí rodamos ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, gracias a la cual pude hacer ‘Techo y comida’, ya que Juan [el director] me vio en ella y pensó que encajaba en el papel”, explica Natalia de Molina.
Financiada en parte a través de micromecenazgo, ‘Techo y comida’ nace de un caso real que conoció Juan Miguel del Castillo, autor también del guion. “Tenía una vecina con dos niños chicos que venía a pedirme leche y alimentos. Yo la ayudaba sin darle mucha importancia hasta que un día, a través de los medios de comunicación, descubrí que la habían desahuciado de su casa. De ahí que pensara que era necesario contarlo”, detalla.
‘Techo y comida’ tiene, por tanto, un “mensaje y compromiso social importantes”. Ha conseguido conectar además con crítica (suma una decena de premios) y público. “Te llega, te toca, te transmite emociones”, señala el director, quien explica que el público sale impactado de la sala. “Vemos que les está gustando, nos dicen que nos quieren dar besos y abrazos”, desvela.
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