Matriarcas de lo cotidiano. Un siglo de la vida en el campo de Níjar a través de la voz de sus mujeres

El libro `Yo no fui a la escuela. Mujeres de Níjar 1915-2015` se presenta hoy en el Arqueológico

Las doce mujeres nijareñas que aportan su testimonio en el libro.
Las doce mujeres nijareñas que aportan su testimonio en el libro.
Marta Rodríguez
23:31 • 08 ene. 2016

No fueron a la escuela, pero son pozos de sabiduría, guardianas de un modo de vida casi extinto. Ángeles Giménez, Margarita Alías, María García, Guillermina Casado, Ángeles Segura, María Fenoy, Cándida Rodríguez, Pilar Torres, María Nieto, Ángeles Méndez, María Dolores Torres y María Hernández han echado la vista atrás y rescatado sus recuerdos más lejanos para contar en un libro cómo ha sido su existencia, es decir, cómo ha sido el último siglo en el campo de Níjar.




Con edades entre los noventa y muchos y los sesenta y pocos, estas mujeres representan a una generación que salió adelante en tiempos de escasez (hay quien no tuvo calzado hasta ser una cría) en una comarca aislada de cortijos diseminados. No, jamás pisaron la escuela, pero hoy prestan su testimonio en una publicación que bien podría estudiarse en las aulas y que es una realidad gracias al empeño de cuatro profesionales de distinta trayectoria que pertenecen a la Asociación de Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, editora del volumen. 




Titulada ‘Yo no fui a la escuela. Mujeres de Níjar 1915-2015’, la obra se presenta hoy sábado 9 de enero, a las 18 horas, en el Museo de Almería en un entrañable acto en el que se reunirá, por primera vez, a estas heroínas anónimas. Estarán todas menos una: la mayor, Ángeles Giménez que, centenaria, no llegó a ver el título terminado. Les acompañarán sus hijas y sus nietas, que también han participado en la publicación poniendo de manifiesto, a través de sus palabras, cómo han evolucionado sus familias y, con ellas, la sociedad.




Abandono secular
“Con independencia del origen social de cada una -pues las hay que tuvieron que trabajar desde niñas o pertenecían a familias más acomodadas-, ninguna fue a la escuela. Almería y el campo de Níjar en particular sufrieron un abandono secular con serias dificultades para acceder a la educación. Aparte, el hecho de ser mujeres las excluía todavía más. Las familias hacían esfuerzos, había personas que iban a las casas a dar clases, pero esto se hacía sólo con los chicos. Se consideraba que ellas no lo necesitarían”, reflexiona Carmen Sanz,  autora de ‘Yo no fui a la escuela’ junto a Charo García, Sira Laguna y Cándida Rodríguez, que además de contar su historia ha servido de enlace para entrar en todas las casas. 




El día a día de esta primera generación de nijareñas estaba marcado por el aislamiento porque muchas vivían en cortijos apartados sin relacionarse con nadie. “Era el entorno familiar el que marcaba la pauta de un comportamiento que se perpetuó en el tiempo. Primero ayudaban a sus padres y después a sus maridos y no sería hasta mucho después cuando de la mano de sus hijas y, sobre todo, de sus nietas, se produjo una ruptura”, comenta Sanz, que considera que el acceso a la educación y las nuevas formas de relacionarse resultaron claves en ese cambio. 




En la selección de estas doce voces están representados la mayor parte de los núcleos del campo de Níjar y los oficios que permitieron a sus gentes prosperar, de la recolección del esparto a la pesca.  




“Hay un elemento muy importante que es el reconocimiento de los maridos. Nosotras hicimos las entrevistas, las transcribimos y se las fuimos a leer. Al hacerlo, muchos de los esposos estaban presentes y confirmaban que eran ellas las que mandaban, las que habían comprado la casa o el barco que fue el sostén de la familia. Igual ocurre con las hijas y las nietas, que admiran la labor de toda una vida y están orgullosas de que se haya recogido en un libro. Estamos ante matriarcados de puertas para adentro”, sostiene Charo García, artífice de la iniciativa.




Ilustrado con talento gracias a los retratos de Milena Monti, el fin último de este libro es homenajear a estas matriarcas de lo cotidiano. A unos rostros y unas manos surcados  por el amor a la tierra y a los suyos.



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