Zidane ha vuelto a El Chive con su esposa Verónica y sus hijos. Han sido solo dos días de descanso en la pequeña pero acogedora barriada de Lubrín, donde solo se escuchan los pájaros y casi no hay cobertura para la telefonía móvil, ¡bueno sí!: “Al lado de esa higuera tienen ustedes cobertura por su tienen que llamar al periódico”, comentaba una vecina de El Chive.
Zidane es uno más en El Chive, donde se encuentra como en su casa y, además, donde es muy querido. “No duda en salir a pasear y habla con los vecinos de El Chive, es una persona muy cerca y se le ve que, además, es muy buena gente. Estamos encantados con él”, dicen los ilustres vecinos de El Chive.
El entrenador del Real Madrid estuvo con la familia el jueves por la noche en El Almejero degustando el buen marisco de la costa de Almería. Se le vio muy cercano y, en todo momento, no dudó en fotografiarse con los clientes que se encontraban en el Restaurante en plena costa de Garrucha.
Sintió el cariño de los almerienses y pudo comprobar que la provincia de Almería es muy merengue, es muy del Real Madrid. Zidane siempre busca tranquilidad cuando tiene unos días de descanso en el club blanco que, por cierto, suelen ser muy pocos. El francés ha encontrado en El Chive su particular refugio, ese refugio que desea cualquier persona tan pública y conocida como el míster madridista.
Los camareros de El Almejero han destacado la gran amabilidad del entrenador del Real Madrid con los almerienses y turistas que tuvieron la suerte el jueves por la noche de conocer en persona al míster merengue.
Amable
“Estuvo con su mujer, con sus suegros y con sus dos hijos, y estuvo muy cercano en todo momento y muy amable con todos que quisieron fotografiarse con el entrenador del Real Madrid”, explican los camareros a LA VOZ de Almería y Cadena SER.
Garrucha se paralizó: “Había más personas en la calle que en el Bernabéu; fue impresionante ver a tanta gente fuera del restaurante esperándolo; comió bien”, recuerdan los que le atendieron.
Los padres de Véronique, la mujer de Zidane, son de El Chive, donde los vecinos muy orgullosos prefieren llamarla Verónica o la Vero. Zidane conoció a Véronique Fernández en la discoteca de un hotel de París en 1989, cuando él solo era una promesa de 17 años y ella una bailarina en ciernes de 19.
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