Y, de nuevo, aquí, dos años después, Manu Carreño y el micrófono amarillo...
—Tengo sensación de que vuelvo a casa tras un pequeño paréntesis de descanso. Me siento muy bien con el micrófono amarillo. Esta es mi familia. Pasé tres años en la SER y estoy encantado de volver para otra franja, otro horario, otro tipo de programa.
—Otro programa como 'El Larguero'...
—El programa con el que muchos hemos crecido. El Larguero es la radio deportiva nocturna de este país. Y lo seguirá siendo. Yo recuerdo las noches de José María García, a las que sucedieron las de José Ramón de la Morena...
—A quién sucederá usted. ¿Le impone ese reto?
—Yo es que no pienso en que vengo a sustituir a De la Morena o lo que él supone, supuso o supondrá. A mí eso me da igual. El reto es hacer un buen programa de radio. Un Larguero que será distinto porque nosotros lo somos. Pero yo hago el programa pendiente de los oyentes, nada más.
—¿Le sorprendió que le eligieran?
—Sí, me sorprendió. Fíjate, yo estaba con mis padres, dando un paseo por ahí, en Villanueva de la Cañada, muy cerca de Brunete por cierto... (ríe).
—¿Quién le llamó?
—Laura (Martínez, jefa de deportes de la SER), ella fue la primera con la que hablé. Y encantado... A ver, posiblemente, yo no esperaba volver tan pronto a la SER. Pero sí que tienes la sensación de decir: "Estoy tranquilo porque sé por qué me llaman". Hicimos un buen trabajo en Carrusel y, en su momento, lo que pasó es que hubo una incompatibilidad imposible de alargar en el tiempo, nada más. En la tele, en Mediaset, cada vez teníamos más eventos y era muy difícil mantener ese ritmo.
—¿Le apena cómo terminó su Carrusel por eso, precisamente, no poder seguir compatibilizando radio y tele?
—Era un ritmo que no sé si hubiera aguantado mucho más. La tele, todos los días haciendo partidos, todos los programas, la exigencia de Carrusel... ¿Que me hubiera gustado seguir más tiempo? Pues sí. Pero aquel ritmo y exigencia me requerían un parón para no morir en el intento.
—¿Cuánto tiempo tardó en decirle sí a 'El Larguero'?
—Tres semanas, quizá un mes. A ver. A mí me daba cierto miedo de que volviéramos a caer en las inconveniencias de los últimos años de Carrusel y tenía ciertas dudas de si podría compatibilizar la tele y la radio. Pero ahí, tanto en Mediaset como en la SER, todo han sido buenas intenciones para poder hacer El Larguero estando en la tele.
—¿Cree que ahora no le ocurrirá lo mismo? ¿Que tele y radio van a compaginar?
—Creo que es más fácil compaginar El Larguero con la tele. Por muchos eventos deportivos que comprara Mediaset, no choca con los horarios de El Larguero.
—Con 'Carrusel', siempre decía que le habían dado un transatlántico. ¿Qué es 'El Larguero'?
—Parecido. Aquel era el transatlántico Carrusel y este es el buque El Larguero. Dos barcos de una misma marina, la Cadena SER, con una tripulación, que siempre digo, es para mí la mejor: su equipo de deportes.
—¿Cómo quiere que sea su Larguero? ¿A qué sonará?
—Quiero que sea un programa entretenido, con más noticias, más opinión, más tertulia y más abierto al público. Considero que la calle tiene que sonar en El Larguero.
—¿Recordará a su 'Carrusel'?
—No, no. Son programas distintos. No puede sonar a mi Carrusel aunque sea de Manu Carreño. En Carrusel, el directo y el ritmo trepidante no te dejan casi parar: si lo haces, te atropella el tren siguiente. Sin embargo, aquí, esto es reposo. Te bajas en una estación, paras, hablas, y esperas que venga el siguiente tren para volver a subirte y seguir disfrutando el paisaje. Aquí hay más tiempo para la reflexión, para la opinión, para la entrevista más pausada.
—¿Va a sorprender al oyente?
—No es un programa de sorpresas, así que no. Lo que tiene que hacer es gustarle al oyente. Que la gente lo escuche y diga: "Qué buen programa de radio he escuchado". Eso es lo que queremos. Sorprenderá el cambio, eso sí que va a sorprender. Hemos hecho alguna incorporación pero su mayor base, el equipo de deportes de la SER, continúa y esa es la mejor baza de El Larguero. Sin duda.
—De momento, una novedad será el horario. Comenzarán a las 23:30 todos los días.
—Sí, se adelanta media hora y me parece bien. ¡Media hora más de información deportiva!
—¿Quién es la primera persona a la que le gustaría entrevistar?
—Pues... (ríe) posiblemente la entreviste... Y hasta ahí leo.
—¿Tardó mucho en elegir la música de cabecera?
—Fíjate..., ¡me han preguntado por ella como si fuéramos a ir a Eurovisión con la sintonía de El Larguero! A ver, es una sintonía que nos gusta, que nos pone y nos provoca cierta emoción, pero ya está. Esto es un programa de deportes y la sintonía creo que es lo que menos busca el oyente en información deportiva.
—Hablaba antes de incorporaciones. Adelante alguna.
—Voy a decirte cinco fichajes: Alkorta, Pablo Alfaro, Iturralde González, Sid Lowe y Filipo Ricci. Gente de fútbol que todo lo que nos cuenten, cuenta.
—¿Ha hecho pruebas ya?
—No. No me gusta hacer pilotos ni nada. Me gusta llegar y empezar. Es la mejor manera de que algo arranque. Si no, dedicas demasiado tiempo, horas, días y semanas, a pensar en el primer programa. Y eso es algo que no deja de ser un poco absurdo. ¿Y quién piensa en el segundo? ¿Y en el tercero? ¿Y en el décimo...? Aquí venimos a hacer El Larguero durante años, entonces hay que pensar en el domingo, pero también en el lunes, el martes... El domingo (por hoy) es un programa más, no deja de ser el primero y de tener cierta emoción: vuelves a la SER, te pones al frente de El Larguero, pero nada más.
—¿Qué Liga se viene?
—Una de tres otra vez. Veo ligeramente superior al Barça, porque tiene la mejor delantera del mundo, pero Madrid y Atleti estarán ahí.
—¿Algún equipo al que tenga especiales ganas de ver?
—Me gusta cómo ha fichado el Málaga de Juande. Y el Espanyol de Quique. Son dos equipos que pueden animar la Liga, creo.
—¿Hay algún momento de radio que a usted, como oyente, le haya impactado?
—Pues fíjate, como soy de Valladolid, supongo que una vez cuando Marcos Fernández padre, que en paz descanse, despidió en antena a Cantatore. Fue en un programa de José María García. Yo estaba escuchando la radio, empezaron a discutir, se calentaron y yo recuerdo que pensé: "Dios mío de mi vida. Jolín, cargarte a un entrenador en directo, en antena...". Aquel momento lo recuerdo con especial resonancia dentro.
—¿Entonces ya trabajaba usted en su primera radio, Radio Delicias, en Valladolid?
—Sí, sí (ríe). Aquella era una radio modesta, un taller, en el que pagabas por hacerla, incluso.
—Y, usted, para sacarse un dinero, mientras, era vendedor de El Círculo de Lectores...
—¡Y fui el segundo que más vendía de España...! ¡Y el cuarto de Europa...! O sea, que me metí en Champions (ríe).
—¿Cuál era el libro que más vendía?
—Los pilares de la tierra. Y, luego, había otro que pedía mucho la gente... (piensa un minuto)... Sí: ¡Un grito en la noche! Algo que espero que no se produzca ahora por cierto (ríe), que la gente no grite escuchando El Larguero. O sí, pero de emoción...
—Le tocaba ir de casa en casa, a puerta fría se dice, ¿no?
—Sí, un poco como hago ahora. Yo me meto a comer cada día con la gente, sin permiso. Y ahora, además, intentaré no molestar cuando se vayan a la cama, para meterme también con ellos. Así que espero que no acaben hasta el gorro, que no digan: "Otra vez Manu...".
—¿Ve a la gente con ganas de su Larguero?
—Sí. La verdad es que la he visto muy receptiva. Con todo el respeto para quien ha sido el número uno de la radio deportiva española, y a quien le deseo toda la suerte del mundo, también percibo en la gente ganas de escuchar algo diferente, no digo mejor o peor, sino algo que suene a nuevo con el prestigio de la SER. Es como quien te recibe en su casa y te dice: "Pasa, pasa, por favor. Tómate algo: ¿Y qué me cuentas?". No como quien te abre la puerta una rendija y te dice: "No puedo atenderte".
—¿Recibió muchos mensajes cuando se anunció?
—Muchísimos. El primer día 200.
—¿Alguno le ha sorprendido?
—Sí. Y muy gratamente. Por eso te digo que percibo unas ciertas ganas a que se abran las ventanas, se pinte de blanco y huela a nuevo. No por nada, sino porque también hay momentos en los que toca cambiar, apetece cambiar. Habrá quien no. Habrá quien quiera seguir viendo y escuchando lo mismo hasta que se muera. Pero hay gente que pide escuchar algo nuevo, que apuesta por otro tipo de periodismo, de contar las cosas, de informar...
—Su cambio no es el único en la SER. ¿Qué le parece Dani Garrido como nuevo director de 'Carrusel'?
—Ese fue uno de los motivos que me hicieron dar el paso. Yo tengo muy buena relación con todo el mundo, pero Dani Garrido fue mi productor en Carrusel y no deja de formar parte de mi propia piel, de mi manera de pensar. Es un peazo de periodista y me parece una excelente noticia para la SER.
—Para 'Carrusel', quien le llamó fue Alejandro Nieto, entonces director general. En esta vuelta a casa, se habrá acordado de él...
—Sí, mucho. Y algo diré sobre él en antena. Seguía teniendo mucho contacto con él, le estaba yendo muy bien en Miami, donde se fue como vicepresidente de Univisión Radio. Siempre me decía que algún día volveríamos a trabajar juntos, allí en América. Pero la fatalidad se lo llevó. Ese dichoso infarto cabrón. Dos días antes me había escrito un mail, enseñándome su nueva oficina... Y, el lunes, me llamó Ponseti y... (silencio), y fue un palo. Lo es. Como lo de Elena Sánchez. Y, ¿sabes? hoy, en el estreno de El Larguero también me acordaré de ella.
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