Muere Perico Fernández, excampeón mundial

Todo un referente del boxeo español

Un campeón.
Un campeón.
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12:11 • 11 nov. 2016

Perico Fernández falleció a los 64 años este viernes en el centro neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen de Garrapinillos (Zaragoza). Allí vivió los últimos meses de su vida el excampeón mundial de los Superligeros, hospitalizado y tutelado por los servicios sociales del Gobierno de Aragón.




Perico Fernández lo tuvo todo. Entre 1973 y 1976 se proclamó campeón de España, de Europa y del Mundo, conquistó el cielo, pero aquella fama se fue esfumando poco a poco hasta el punto de vivir en la indigencia. Llegó a ser campeón del mundo del peso superligero, versión WBC, tras ganar el 21 de septiembre de 1974, en Roma, ante al japonés Lion Furuyama, en una victoria a los puntos.




Tras retener el título mundial ante João Henrique el 19 de abril de 1975 lo perdió en su segunda defensa, realizada el 15 de julio de 1975 en Bangkok, ante el tailandés Suansak Muangsurin, que le noqueó en el octavo asalto. La posterior revancha en Madrid en 1977 fue también ganada por Muangsurin a los puntos y marcó el declive y la retirada de los rings de Perico Fernández.




La vida de Perico estuvo marcada por una dura infancia en un hospicio. Sin padres, el aragonés nunca guardó muy buen recuerdo de algunas monjas y maestros. Aprendió de la vida a la fuerza. "El palo de la escoba lo conocía muy bien, a veces me pegaban con él en la cabeza. En vez de hablar, me pegaban", contaba con cierta impotencia.




Nunca pudo olvidar la inyección que le pusieron un día para tranquilizarlo: "Me cogieron entre diez monjas, me quitaron la ropa y me pincharon tan fuerte que aún tengo marcado el pinchazo. Me pegué un día entero durmiendo", señala enfadado. "Eso no se hace, eso es para los locos, pero yo no lo estaba".




A los 17 años se marchó del hospicio y empezó a ver en el boxeo una salida profesional. Decidió dedicarse a este deporte y fue uno de los mejores de la historia.




La vida de Perico dio para un sinfín de anécdotas. Una de las más recordadas es cuando el entonces alcalde de Zaragoza, González Triviño, le ofreció hacerse cargo de la portería de un colegio de la ciudad. Perico fue muy claro: "De portero, que se ponga Zubizarreta", le contestó. Anteriormente, el ex boxeador también había rechazado una plaza como empleado del Ayuntamiento.




Perico siempre demostró una casta especial e indomable. En uno de sus grandes combates en Madrid, cuando ya estaba en el vestuario para salir a boxear y con el pabellón al completo de espectadores, se enteró de que no dejaban entrar a su amigo el periodista José María García, al no estar acreditado: "Les dije que si no entraba José María yo no boxeaba. Me hubiera marchado si no le hubieran dejado pasar".


Por eso, más tarde en Maspalomas, el periodista se la devolvió. Allí Perico vivió uno de sus días más felices como pintor. En la localidad canaria llevó a cabo una exposición de sus famosos cuadros. A su regreso a Zaragoza les contó a sus amigos que había tenido "un éxito total". "Los vendí todos de manera muy rápida", aseguró. Comentaron en Maspalomas que uno de sus mejores amigos, José María García, de manera secreta, había comprado la gran mayoría de las obras expuestas. Buen detalle.


El nombre de Perico Fernández dio la vuelta al mundo en muchas ocasiones por sus grandes éxitos sobre el cuadrilátero, pero el K.O. más famoso, posiblemente, fue el dejar fuera de combate a un árbitro en Bilbao. "Fue mala suerte el dar con mi puño en su cara", recuerda entre risas. Aquel incidente le pudo costar bastante caro.


Uno de los mayores disgustos en la vida de Perico se lo dio un compañero del hospicio. Ya en serias dificultades económicas, el ex boxeador se enteró de que su amigo, al que había defendido de los 'ataques' de otros compañeros, había cobrado un buen pellizco de las apuestas. Cuando le fue a solicitar ayuda, el ex compañero le dio la espalda. "Fue uno de los golpes bajos que he recibido", comentó.



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