Siendo factores importantes e incluso decisivos en el resultado final del partido disputado por el Almería en Vallecas el gol recibido en propia meta y el penalti fallado, es un pésimo síntoma escudarse en ellos para justificar un nuevo fracaso del equipo lejos del apoyo de su público.
Rebatirlos es la más de sencillo. El gol en propia meta de Fran Vélez llega porque Ximo Navarro y sus ayudantes le brindan una autopista a Aguirre para que éste centre un balón endiablado al área de los que con sólo tocarlo entra en la portería, ya sea un defensor o un atacante.
Si se falla un penalti, porque no se trató de que el meta rival realizase una gran intervención sino que simplemente acertó a la hora de lanzarse a un lado y pudo detener el esférico, es porque el disparo era malo poniendo de manifiesto que los ensayos de los lanzamientos desde los once metros no deben estar en la agenda de los entrenamientos del plantel.
Tenemos la impresión de que profesionales y responsables de la entidad están más en la línea de mirarse al ombligo, en el sentido de pensar sólo en sí mismos, que en la dirigir la mirada mucho más allá y pensar en el interés general de la entidad, de la sufrida y fiel hinchada y de la ciudad.
Porque el Almería que viaja no es competitivo, se diga lo que se diga y se justifique lo injustificable, como demuestra que haya perdido diez de trece partidos fuera, que no haya ganado ni uno solo y que sea el peor visitante. Y todo ello sin que al técnico se le haya ocurrido poner coto a tamaño desastre modificando sus esquemas, no vea a los suyos perdedores en los balones divididos, no observe que el equipo no sabe si va o viene ni a lo que juega, que hay futbolistas que están demostrando que salen a cumplir el trámite pensando más en su futuro, lejos de aquí, que en el club que le paga muy bien. Esa ceguera del técnico y los números demuestran que, hasta el momento, Soriano es incapaz de poner freno a la sucesión de decepciones que viene ofreciendo el Almería a su afición. Tampoco la cúpula directiva parece ver la gravedad de la situación, a que juega el equipo y porque es un muñeco roto en los desplazamientos. Desamparados, sólo nos queda encomendarnos a la Virgen del Mar.
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