Los aduladores te matan. Hacen daño. Esconden la realidad. Lo digo porque el entrenador del Almería nos habló de “compromiso, en esto nadie nos va a ganar”, era su primer mensaje y el último “aquí no se ha muerto nadie”.
Sus dos mensajes los ha llevado a gala hasta el último de sus días: genio y figura. Lo del compromiso ha sido lo que él ha tenido con unos futbolistas pegados a un móvil y a su representante. Poco a la camiseta y al escudo. Y lo de que no se ha muerto nadie es verdad. No es una muerte, es un crimen lo que están haciendo con la afición.
El entrenador del Almería ha vivido en los mundos de Yupi con Juanito y Cabellud. Con sus fieles consejeros mientras a dos metros de él unos futbolistas ‘a su bola’ lo iban enterrando poco a poco en el fango.
Nunca hizo un equipo y fue probando alineaciones (hasta 27) y buscando en los refuerzos un compromiso que nunca llegó.
Le servirá a Soriano de experiencia su paso por el vestuario del Almería. Nunca dejó de ser futbolista. Pensó como ellos y no subió ese escalón de la distancia mientras sus colaboradores aplaudían sus decisiones. Cuánto daño.
Sin mirar la prensa ni escuchar la radio. Sin querer ver todo lo que le rodeaba. Amparado en los consejos de Corona, su brazo en el vestuario se le fue agotando el crédito.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver y es verdad que “no se ha muerto nadie” pero han matado la ilusión de los aficionados y van camino de cargarse el fútbol en Almería.
Tiempo al tiempo.
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