Abrió su corazón de par en par. LA VOZ se fue colando poco a poco en la vida de Sedeño una mañana de calor, de mucho calor, al lado del Mar Mediterráneo. El presidente del Club Voleibol Unicaja Almería sigue paseando aquellos valores tan bonitos de la vida que le enseñaron sus padres. Se emociona cuando habla de ellos. Un tipo con el que merece la pena tomar un café y hablar de la vida sin olvidar el voleibol, claro.
Si pregunto, ¿quién es Ramón Sedeño?
Un almeriense, enamorado de su tierra y con un gran compromiso con Almería desde hace ya muchísimos años para tener una ciudad y una provincia mejor. Busco que mis hijos jamás me echen en cara que su padre no trabajó para que Almería fuera cada día una ciudad y una provincia más acogedora, y con mayor calidad de vida.
¿Cómo lleva ahora la vida de jubilado?
Muy bien porque sigo teniendo actividad, sigo preocupándome por los problemas de Almería y sobre todo quiero colaborar con la gente que me quiere escuchar para mejorar Almería y en especial La Cañada, mi barrio, mi casa... donde me he criado. La Cañada ha estado olvidada, fueran quienes fueran los gobernantes, históricamente.
¿Le cambia el corazón cuando va llegando a La Cañada?
Cuando llego y la gente, con la me he criado, me saluda eso muy grande, me emociono. Ni yo les fallaré a ellos ni me fallarán. Sigue habiendo un ambiente de vecinos bonito, somos una gran familia, somos solidarios en La Cañada.
¿Por que cambia el ser humano y los valores de antes, los de siempre?
Las personas cambian porque no podemos estar en la edad de piedra, pero hay que cambiar para mejorar. Está claro que nos han cambiado nuestros propios valores, todos queremos tener más lara gastar y no para vivir mejor. Es una aspiración digna, pero no se puede basar todo en el consumismo. Todo esto hizo que seamos menos solidarios. Se ha creado una cultura difícil de erradicar. En las empresas se ha perdido el compañerismo y la palmada en la espalda.
Con lo que ha logrado en el Unicaja Almería de voleibol como presidente, ¡le habrán puesto ya una calle!
¡Qué no me pongan nada, no quiero calles ni da de eso...! El homenaje más bonito es cuando la gente me saluda por la calle.
¿Dónde nació?
En Los Cortijillos, un barrio de Los Llanos y luego, con 3 años, me trasladé a vivir con mis padres a La Cañada.
¿Que recuerdos tiene de su familia, de su gente, de sus seres queridos?
Una familia muy unida y en la que recuerdo que los niños no nos sentábamos a la mesa con los mayores hasta que no hubiéramos hecho la Comunión, aquello fue impuesto por mi abuelo. Mis padres nos inculcaron el valor de la unión en la familia. Las penas son menores cuando la familia está hombro con hombro.
¿Cómo era su padre?
Me enseñó a pelear en la vida y sobre todo a tener los pies en la tierra. El día que tomé posesión como concejal me dijo que no me creyera nada porque no era nadie. Mi padre era una persona muy demócrata.
¿Y su madre?
Una mujer que hasta los seis años ne llevaba tomado, era muy madre. Cuando hacíamos algo mal siempre transformaba aquello mal hecho en algo positivo para superarnos. Tengo 68 años y cuatro nietos, quiero que mis nietos tengan los valores que me dieron mis padres.
¿Faltó el pan en la mesa en casa de sus padres?
Afortunadamente mi padre era policia municipal y, como decía mi madre, el hambre pasaba siempre por la puerta. Tampoco hubo alegrías en el consumo y de hecho yo compartí estudios y trabajo.
¿Se imagina el primer día sin voleibol?
Nadie es imprescindible en la vida. Yo llegué al voleibol por accidente, jamás he jugado al voleibol.
Fui portero tanto en fútbol como en balonmano. Me enamoré del voleibol porque es un deporte con unas cualidades impresionantes. Por ejemplo, necesita de tres personas para hacer una jugada o como mínimo de dos.
En el voleibol hay un gran espíritu de solidaridad, hay que ser un gran compañero para intentar ganar. Se comienza con un saludo en la red y se acaba igual. Nunca abandonaré el voleibol.
¿Recuerda el primer día que llegó a Unicaja, su trabajo?
Fue un día muy atípico. Me presenté a unas oposiciones a la Caja y no las superé, pero a los pocos meses había una nueva oposición, no me iba a presentar.
Por entonces, yo era policia municipal y mi compañero Antonio me convenció. Al final, él no se presentó y yo sí. Y aprobé. Jamás olvidaré a Miguel Artés, una persona que estaba en la Caja y que nos apoyó a todos los que entramos a trabajar.
¿Qué haría hoy que no ha hecho en sus 68 años de vida?
Muchísimas cosas, claro que sí. No cometer los errores que he cometido y si me dieran una segunda oportunidad rectificaría. En vida siempre es bueno rectificar para mejorar en todo.
La vida se ha portado bien con Sedeño...
Sería injusto decir lo contrario. Tengo una mujer que me ha dado muchísima fuerza en la vida, vale mucho más que yo , pero con diferencia. Tengo dos hijos que son mi alegría, al igual que mis cuatro nietos y toda la familia que me rodea.
La vida me ha regalado tanto profesionalmente como socialmente grandes oportunidades para seguir realizándome y lo sigo haciendo dándole alegrías a los almerienses a través del voleibol. Así soy y así seré siempre en mi vida.
¿Cómo definiría Almería y a sus gentes?
Una ciudad muy acogedora y con muy buenas personas porque el almeriense es, ante todo, una persona muy servicial, buena.
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