El Almería de Ramis hizo el sábado méritos suficientes como para haber sumado los tres puntos ante el Valladolid. Si no lo logró fue, fundamentalmente porque el árbitro Vicandi Garrido así lo quiso y le regaló el empate a los pucelanos.
Funcionó el trivote El peso del partido lo llevó el Almería. En esta ocasión el trivote, a base de realizar un esfuerzo descomunal,probablemente por encima de la base física que acumulan, consiguió hacerse con las riendas del juego. La eficacia de la presión adelantada de los almerienses evitó que el Valladolid pudiera sacar la pelota jugada y obligó a que la mayoría de las acciones ofensivas del rival nacieran en cambios de juego desde la zona central de su defensa a los costados.
Los siete de atrás estuvieron prácticamente impecables a la hora de anular a la delantera con más pólvora de la categoría que cuenta en su haber con 21 tantos marcados en los diez encuentros de Liga que ha disputado y que el domingo se fue con el rabo entre las piernas porque los goles no se merecen, se logran, y el único tanto legal fue obra de Verza, el otro fue un regalo.
Finalización y estrategia Los rojiblancos, que dieron una lección de entrega, lucha y sacrificio, parece que han vuelto a entrar en una dinámica positiva, pero para completarla les falta, finalizar las numerosas llegadas que protagonizan a la zona de castigo del rival, bien acertando en el último pase o bien en el momento culminante del gol.
La cara más negativa estuvo en la falta de recursos para sacar partido de la estrategia. Poco o nulo peligro en los 8 córners de que dispuso, porque el gol vino tras rechace y desde fuera del área, y en las faltas laterales.
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