Miguel Corona y Luis Miguel Ramis no quieren ni hablar del pasado reciente del Almería pero de ello se encargan sus futbolistas una semana si y la otra también.
Han bastado doce jornadas para volver a las andadas y repetir problemas graves de diseño. El equipo no sabe a lo que juega y sale a los partidos a verlas venir y ante la primera bofetada se hunde.
Jugar en el Mediterráneo ya es para mojar pan los rivales, y los partidos son un chollo, sin soportar la presión del rival y basta marcar primero para vencer. No hay manera.
Ramis no quiere echar piedras en la mochila ni miar atrás pero ya me contarán cambiando media plantilla donde nos encontramos y con qué panorama.
Los viejos fantasmas siguen apareciendo y el equipo adolece de una mentalidad fuerte y ha estado viviendo de las individualidades de siempre. Nada nuevo, todo conocido.
Los lunes de play off han pasado a la historia y ahora son para mojar pan, los rivales digo, porque el Almería es un chollo: no sale a por los partidos.
Siguen entrenando y trabajando mientras pregonan plena confianza en la plantilla cuando lo que necesita el equipo es un ‘chute de hambre’ que les despierte. Alma y corazón en los partidos. Algo que transmitir a la grada.
Miguel Corona quería llegar tranquilo a la Navidad pero el turrón hace muchas temporadas que llega duro de pelar en este club donde el que llega bueno se hace malo y el malo se hace peor.
Nadie le echa piedras a la mochila del Almería. Son los propios jugadores los que parecen jugar con la chepa cargada de malos recuerdos. Están echando a la gente del Mediterráneo con su actitud.
Lo que necesita el Almería no se entrena.
Se tiene o no se tiene.
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