A ningún seguidor del Almería le gusta ver a su equipo otra vez en zona de descenso, pero teniendo en cuenta que mantiene una buena renta respecto a los tres últimos y que siete equipos de los que le preceden en la tabla están a tres puntos o menos de la escuadra rojiblanca, la situación clasificatoria no es excesivamente preocupante.
Mucho más lo es ver que el equipo no crece, sino todo lo contrario. Basta con recordar que ante el Nàstic el Almería marcó y tuvo serias opciones de ganar. Que en Oviedo dio la cara y si no puntuó fue por esa dosis de mala suerte en los dos goles encajados que frente al Numancia le dio la cara haciendo que la madera repeliera un gran disparo.
Los pupilos de Arrasate llegaron al Mediterráneo con la lección aprendida: Había que anular a Pozo.
Tenían claro que sin la inspiración del malagueño las ideas ofensivas del cuadro almeriense escasean porque es el único capaz de superar lineas de presión y generar acciones ventajosas para sus compañeros.
Además Lucas Alcaraz volvió a equivocarse poniendo de inicio a Hicham, un jugador cuyas cualidades no son las mejores para ser el ariete de referencia del equipo y dejando en el banquillo a Fran Rodriguez para jugar en las bandas con dos jugadores zurdos. Y es que da la sensación de que el joven y prometedor futbolista de Almuñecar no es santo de la devoción de Lucas Alcaraz.
Todo ello condujo a un partido en el que la buena disposición y el excelente trabajo defensivo del equipo salvó un punto para un conjunto que no le vio nunca la cara de cerca al meta visitante y que tuvo en Mandi, Joaquín y René a sus mejores hombres.
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