Del Almería en Lorca no se puede destacar las jugadas colectivas, el brillo, o el haber generado muchas situaciones de gol. Fue un partido extraño, entre dos equipos metidos en problemas y que tuvieron mucho miedo a fallar. Al final queda el resultado, en un choque que recordó en muchas fases al de hace un mes en Santo Domingo, en Alcorcón. Eso sí, los 30 puntos nadie los va a retirar del casillero rojiblanco. La segunda vuelta está en marcha y ya no es una jornada más, sino una menos en el tortuoso camino de la permanencia.
Sin alma, sin ideas, sin apretar al Lorca. La primera mitad del Almería es para borrarla de la memoria, porque solo existió el equipo de Fabri González. Muy pronto, a los doce minutos, penalti dudoso de Joaquín Fernández a Manu Apeh que transforma Javi Muñoz. Todo cuesta abajo para el colista de la categoría. Mandi y Verza se estorbaban, la pelota no circulaba en vertical y el rival no sufría. Había que cambiar algo y Lucas lo hizo.
Volvió de vestuarios un Almería diferente, con más actitud, consciente de lo mucho que se jugaba no solo a nivel clasificatorio, sino por el medio millar de aficionados que se desplazaron al Artés Carrasco. Movió piezas el míster, colocando a Caballero en punta y Lass en banda por Soleri y Mandi, respectivamente. A los dos minutos, centro de Gaspar que Caballero manda a la red con un zurdazo sensacional. Se iniciaba una nueva lucha.
El Lorca no bajó el pie del acelerador y el Almería vivía de la inspiración arriba de un Caballero enchufado en el juego rojiblanco. De una falta fabricada por él, Rubén Alcaraz volvió a sacar la magia de la bota derecha para dar la vuelta al marcador. El día más raro, con un Almería apático y sin ocasiones, ya iba por delante en el marcador.
La victoria tiene su peso en oro, por dejar descolgado a un rival directo y poder mirar de frente a la salvación. Sin embargo, queda mucho por mejorar. El Lorca dispuso de muchas oportunidades de gol, y terminó encerrando a los almerienses. ¿Premio excesivo?, el mismo que el Real Oviedo hace unas jornadas en el Tartiere. Dos acciones de gol y los tres puntos al casillero.
Hay veces que una buena charla, como la que daría Lucas en el descanso, pueden tocar la fibra sensible del jugador. El Almería no podía dar la pobre imagen del primer tiempo en un choque de vital trascendencia. Tiró de efectividad y de orgullo para alegrar la fría tarde de Lorca a sus aficionados. Mejor quedarse con el resultado y a pensar en lo que viene.
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