Lo que está ocurriendo con el Almería es sencillamente la historia de una muerte anunciada. Afortunadamente no se ha consumado aún, pero ahora mismo el club rojiblanco está más cerca que nunca de pasar a integrar la nómina de equipos de Segunda B.
Las matemáticas no engañan y muestran bien a las claras la gravedad de la situación del Almería a la que han avocado al club dirigentes y profesionales.
Comparar la trayectoria del Almería actual con la de la campaña precedente es una de las mejores formas de calibrar el estado de máximo riesgo en el que anda sumido la entidad almeriense.
Lucas Alcaraz acumula ocho partidos consecutivos sin ganar, los mismos que costaron el cargo a Ramis, y en ellos sólo ha sumado 3 puntos sobre 24 posibles.
En el curso anterior la llegada de Ramis propició que en este mismo tramo de la competición los almerienses sumaran 11 puntos. También la puntuación de esta temporada está un punto por debajo de la que ostentaba el equipo en la jornada 36 de la 2015-16.
En Zaragoza el entrenador almeriense trató de repetir el guión que le había llevado a sumar un punto en Cádiz y le salió el tiro por la culata porque el cambio de actores condicionó el marcador final. Las bandas fueron pistas de carreras para los locales.
En el primer tiempo volvió a aparecer el de siempre, René, para que al descanso se llegara sin que el marcador se moviera. Después el Zaragoza se impuso por inercia pese a bajar respecto al primer periodo. Sólo cuando tuvo el marcador en contra el equipo y el banquillo trataron de cambiar el guión. Era tarde.
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