“Atacar, atacar y atacar. Eso fui yo en el ciclismo”. Con esta frase terminaba Federico Martín Bahamontes el reportaje que conmemoraba su 90 cumpleaños. En tan excelso aniversario, el Tour no fechó precisamente una etapa para honrar ese espíritu, sino una contrarreloj por equipos. Como ya hemos tratado aquí en los primeros días, el calendario de este 2018 está condicionado por el Mundial de fútbol. Los vuelos de las águilas no llegarán hasta las dos últimas semanas. Este tramo inicial es una especie de parrilla de salida antes de la montaña. Hay que situarse bien y hacer cuentas. Este lunes, en Cholet, las calculadoras echaron humo.
Como estaba previsto, los últimos fueron los primeros… Los primeros que salieron en la crono acabaron los primeros en la clasificación. La inusual situación fue una consecuencia de la accidentada etapa inicial, que golpeó a los gallos y a sus equipos: al Sky de Froome, al BMC de Porte, al Movistar de Nairo, al Mitchelton de Yates… El orden de salida se toma con la general por escuadras. Y en la cola estaban colocados eventualmente los mejores. En ese cuarteto se encontraban los favoritos para Cholet. Y el pronóstico apenas falló.
Ganó el BMC, con dos consecuencias inmediatas. Su líder Porte comienza a recortar a sus rivales aquellos 51 segundos que rodaron por los suelos. Y Van Avermaet se enfunda el maillot amarillo, en una semana propicia que podría rematar el domingo sobre el pavés de Roubaix, aunque sólo con cinco segundos sobre Gilbert, otro aspirante al adoquín. El BMC aventajó en cuatro segundos al Sky, donde Froome inicia también su operación remontada y Thomas se ubica en una perfecta posición para tomar el relevo del jefe si fuera necesario. También el Mitchelton de Yates, a 9 segundos, sacó un buen rédito.
El grupo de ‘otros’ triunfadores lo encabezó el Sunweb de Tom Dumoulin, que sólo cedió 11 segundos. Su líder no se vio implicado el sábado en la caída, con lo que permanece en una plaza de privilegio. Si confeccionamos una hipotética general sólo con los gallos, Dumoulin sería hoy el maillot amarillo, salvo que contáramos a Thomas, de momento supeditado a Froome. Su amenaza se otea a más distancia y se llama Giro. Allí quedó segundo tras una dura carrera. Y eso acaba pesando. El silencioso Rigoberto Urán, que perdió 35” con el Education First, también salió reforzado y sería segundo en esa ficticia clasificación.
No le fue tan bien al Movistar. El equipo del tridente se dejó menos de un minuto: 53 segundos. Un resultado previsible. El problema no es esa pérdida, sino el 1:15 de lastre que ya acarreaba Nairo tras su avería camino de Fontenay. Aun así, Landa y Valverde siguen en la pomada. Y el propio Quintana, por ver el lado bueno, pudo rebajar tiempo a algún rival… No a muchos: Nibali, Bardet, Roglic, Barguil… Un botín poco jugoso que difumina los galones de Nairo.
Mañana habrá otra etapa llana, lo que no debe tomarse como sinónimo de transición, que arribará a Sarzeau, donde es alcalde David Lappartient, el presidente de la UCI. Algo de enchufe sí tiene. El miércoles, con una etapa de media montaña, y el jueves, con la subida al Muro de Bretaña, asoman mayores atractivos. Aunque el escenario proyecta a que todavía habrá que esperar para “atacar, atacar y atacar”.
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