Marc Gasol, uno de los mejores jugadores de la NBA, participó este martes en el rescate de una mujer camerunesa abandonada a su suerte en aguas de del Mediterráneo. El pívot de los Memphis Grizzlies, que atiende a EL PAÍS por teléfono desde el Astral, ha vivido de primera mano la tragedia cotidiana de los miles de migrantes que arriesgan y a menudo pierden sus vidas en su intento de huir de las guerras y la miseria de sus países.
Pregunta. ¿Qué hacía usted a bordo del Astral, navegando junto al Open Arms?
Respuesta. Hace algo más de un año conocí a Óscar Camps [fundador y director de la ONG Proactiva Open Arms]. Lo había seguido y me había interesado lo que decía. Lo invitamos a dar una charla en el campus de mi club de baloncesto, Basket Girona. Me gustó lo que dijo. El año pasado no pude embarcarme porque tenía que jugar el Eurobasket. Esta vez sí ha podido ser.
P. ¿Qué ha sucedido?
R. Escuchamos conversaciones entre una patrullera libia y un buque mercante [Triades] en las que pedían que este pusiera rumbo a una posición concreta donde se hallaba una barca en peligro. Luego supimos que la patrullera libia se llevó a los náufragos de vuelta a Libia y destruyeron la barca en la que llevaban dos días y dos noches. Pero dejaron abandonadas al menos a tres personas.
P. ¿Qué hicieron ustedes?
R. Seguimos un protocolo de búsqueda. Esta mañana, sobre las seis y media o las siete, avistamos un inflable semi sumergido. Hemos ido para allá. Un socorrista, Javier Filgueira, es el primero que se ha tirado. El agua estaba llena de gasolina y con la sal es muy corrosiva. En principio parecía que no había nadie con vida. Pero a la que nos hemos acercado un poco más hemos visto que había una mujer. Estaba aguantándose solamente con un brazo a un trozo de madera que debía ser de medio metro, no más. Había otra mujer y un niño muertos.
P. ¿Qué han hecho?
R. Los hemos subido a bordo de la lancha y después al barco donde la han atendido los médicos. Estaba en shock, asustada. Le hemos dicho que íbamos a ayudarla. Nos enteramos de que se llama Josephine y es de Camerún.
P. ¿Por qué hace todo esto?
R. La situación es tal que está por encima de mis sentimientos personales. Estamos hablando de actos inhumanos, criminales. Estas personas debían haber sido rescatadas. La guardia costera dice que había salvado a 158 personas. Y si no llegamos a acudir nosotros, así hubiera quedado la cosa. Nadie hubiera sabido nada. Pero nos damos cuenta de que allí hay cuerpos, que han dejado a varias personas en una situación imposible.
P. ¿Qué sensación le ha quedado?
R. Es una frustración. Siento rabia, impotencia. Es la sensación de haber ayudado a salvar una vida. De no haber sido por nuestro equipo nadie hubiera sabido que había sucedido esto. Se hubiera dicho que han salvado a 150 personas y la realidad es que han dejado a gente con vida en el mar. Sé cómo estaba esa gente. De haber llegado antes tal vez hubiéramos salvado a más gente. Y si llegamos a tardar quince o veinte minutos más Josephine estaría muerta.
P. ¿Qué le empujó a participar en estas iniciativas?
R. No hay un motivo concreto. Desde luego la fotografía del niño sirio que murió en la costa turca [Aylan Kurdi] en 2015 me provocó una sensación de rabia y a la vez me hizo que ver todos tenemos que poner de nuestra parte para que nos sucedan casos así. Fue entonces cuando conocí a Óscar Camps y a la gente de Open Arms. Me hicieron comprender que es una realidad que viven muchos niños de todo el mundo. Me impactó su convicción, cómo puso a disposición de esta causa todos sus recursos económicos, logísticos, personales para ayudar a esta gente. Admiro a este tipo de personas, que hacen algo, que no esperan a que lo hagan otros.
P. ¿Sus hijos tienen algo que ver en esta faceta de su vida?
R. Tengo dos, Julia y Luca. Quiero ser un ejemplo para ello. Me imagino la situación de un padre que tiene que afrontar viajes en los que abundan las extorsiones, los asesinatos, los peligros de todo tipo en los que lo arriesgan todo para llegar a un país en el que poder vivir en paz y con dignidad. En ese caso, me pongo en su piel y yo quisiera que alguien me ayudara con su tiempo, con su dinero, echándome una mano. Creo que todos debemos aportar nuestro grano de arena. Es muy diferente escuchar o leer que hay un número de número de muertos aquí o allá. Pero ves a esa persona muerta, y sabes que esa persona era el centro del mundo en la vida de alguien. Y ya no está. Y se quiere minusvalorar y despreciar la labor de las organizaciones humanitarias dedicadas a ello. Me parece increíble, de una falta de humanidad inaudita.
P. Usted es un profesional de la NBA, un jugador importantísimo para Memphis Grizzlies. Su riesgo es doble dedicándose a esta labor.
R. Tenemos que dar ejemplo, demostrar la gravedad de los que está pasando. Quiero ser testigo directo y salvar a gente. El riesgo que pueda asumir por ser un jugador de la NBA pasa a un tercer plano. No hay mejor ejemplo que los voluntarios que están aquí, con los que estoy conviviendo. Tienen un súper equipo y ves que todo lo hacer para el bien común.
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