Cuando el abono para ver al Almería era de cartón

Se rellenaban a bolígrafo y bastaba ponerle un sello

El abono de Primera División de los años ochenta.
El abono de Primera División de los años ochenta. La Voz
Tony Fernández
16:36 • 13 jul. 2019

Las campañas de abonados de la Agrupación Deportiva Almería se hacían en el periódico y en las emisoras de radio. Con una presentación rutinaria y sin parafernalia que se parezca a todo lo que se monta a día de hoy con la salida de los abonos para una nueva temporada. El abono podría pasar de mano en mano y no se pedía otro requisito para acceder al Franco Navarro que llevarlo encima y presentarlo a la puerta, a un revisor que con una máquina a modo de revisor de la compañía RENFE, te hacía el pertinente agujero para que no lo pudiera utilizar otra persona en ese mismo día. 



No era personal



En la sede del Almería te rellenaban el abono a bolígrafo y le ponían el sello. Previo pago de la cantidad establecida ya tenías el tesoro que iba directamente al bolsillo junto al carné de identidad. Si por motivos de viaje o fuerza mayor el domingo no podías asistir al Franco Navarro, se lo podías prestar a una persona de confianza para que el Almería no perdiera calor en la granda.



Sin tornos



Para entrar al campo no existía tanto control como ahora y lo mismo pasaba un bombo que una botella de cristal o una bota de vino. La gorra, la bandera... no existían los hoy famosos tornos y no se formaban tantas colas, ya que la única tecnología punta de aquellos tiempos era un agujero y punto. Nada más para poder disfrutar de un partido de aquella Agrupación Deportiva Almería de nuestros amores.



Existían los socios, los abonados y los que eran socios-abonados con voz y voto en las asambleas que se organizaban para decidir temas importantes en la vida del club. No existían las sociedades anónimas que se anunciaban a bombo y platillo, y el presidente rendía cuentas a la masa social y todo lo que hoy rodea al Almería, no existía. Por no tener, ni los derechos de la televisión y se peleaba el dinero de las quinielas.



Sentado pero...



Todo el Estadio Franco Navarro tenía localidades de asiento desde su construcción en 1976, pero en Primera División los fondos eran localidades donde el asiento estaba condicionado al volumen de afición. Hubo partidos que hasta en Preferencia se vivieron con toda la afición de pie porque no cabía un alfiler en el campo.

Aquellos cartones eran la ilusión de los aficionados.


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