Juanjo Salvador siempre será admirado por los almerienses tras dejarnos un legado de deportista de élite que supo cruzar la frontera para llevar el nombre de Almería a lo más alto. Como internacional hizo escuela y en su club de toda la vida, el Unicaja, tiene las puertas abiertas como uno de los grandes jugadores de la historia. Salvador es un mito.
Nueva vida
Salvador dio sus primeros pasos tras dejar el deporte de élite en su Pechina natal, para luego pasar a la Diputación Provincial como director técnico. Gabriel Amat lo fichó para Roquetas y allí se ha encargado de liderar la Educación, Cultura y Juventud desde la parcela de concejal. “Me ha tocado un área muy bonita en una ciudad que respira cultura como Roquetas”, dice ilusionado un Juanjo Salvador que se levanta cada día “feliz por la cercanía a los colegios y a unos roqueteros que me han acogido con enorme cariño y quiero corresponder con mi esfuerzo”.
Lo que la vida le ha enseñado “me gusta transmitirlo a los que empiezan y en eso estamos”, dice el nuevo Juanjo Salvador, que sigue siendo para todos una estrella del deporte que valoran y estiman por igual. Considera que la educación es un pilar en la formación y “en Roquetas tenemos claro que los valores que transmite el deporte son necesarios, sin olvidar la gran labor que los colegios de este municipio”.
Otros Juegos
Es imprescindible hablar de deporte con Juanjo Salvador, máxime al estar en una corporación que mima la cantera. Roquetas tuvo un gran protagonismo en aquella Almería del 2005 y “tengo claro que si volvemos a organizar unos Juegos lo tenemos todo. A nivel humano entiendo que estaríamos al máximo nivel y en infraestructuras sobrados”.
Sabe lo que dice porque formó parte de aquel sueño que “cambió para siempre el deporte en la provincia de Almería”. Siempre quedan cosas por hacer. Hay que mejorar cada día. “Me quedo con todo lo que Almería le dio y recibió en aquellos Juegos del Mediterráneo.
El Almería
Como hombre de la cultura y el deporte no vive ajeno a todo lo que está cambiando en el club que nos representa. “Veo mucha ilusión en toda la provincia con los nuevos propietarios del Almería y espero que todo acabe con un ascenso”, comenta ilusionado. Tiene claro que no va a ser fácil pero “hay que agradecer el cambio experimentado por estos señores que han venido a aportar y a ayudar a que el Almería sea mejor en el futuro”.
“Tengo claro que las personas que vengan a ayudar al Almería siempre serán bien recibidas y esto hay que agradecerlo”, dice con la ilusión de hacer realidad el sueño de volver a Primera División.
Juanjo es un hombre feliz y Gabriel Amat: tan contento con haberlo firmado.
El gran capitán
Un día vino de Pechina Moisés Ruiz con el consentimiento de sus padres. Un niño llamado Juanjo y de apellido Salvador firmaba con el entonces Cajalmería de voleibol. Así empezaba a crecer hasta los dos metros de altura un chico tímido que al saltar a la pista se ponía a la altura de los más grandes. Moisés le metió en este mundo y nunca se irá de él, ya que Salvador forma parte de nuestras vidas y el voleibol ya está en su ADN.
Altos vuelos
Para la mayoría de los almerienses la vida y la obra de Salvador está presente, pero es bueno recordar a las nuevas generaciones que estamos ante un jugador que lo ha sido todo: internacional con España, disputó Juegos Olímpicos y jugó en dos de las mejores Ligas del mundo.
Hizo las maletas en el verano de 1995 (diez antes de los Juegos) para firmar por el AS Cannes. Allí aprendió mucho y acabó su formación como jugador de élite para alcanzar la mejor Liga del Mundo. La llamada de la Serie A de Italia le lanzó a la fama con tres equipos como: Padua, Macerata y Parma. Con ellos ganó títulos y jugó la Copa de Europa primero y la Champions después. Las mejores revistas del deporte le llevaron a portada y logró hacer realidad todos los sueños.
Juanjo nunca dejó de volver a Pechina (poco tiempo) ya que los veranos se iba con la Selección Española de concentración primero y para competir después.
Toda Almería se sentía orgullosa de su jugador que paseaba con orgullo la bandera de España y que hizo escuela en las generaciones posteriores. Abrió un camino a los que empiezan en este deporte y se lo rifaron los mejores clubes de nuestro país, pero para jugar en España siempre quiso hacerlo en Unicaja.
Vuelta a casa
La vuelta de Juanjo se hizo realidad en el año 2002 para volver a levantar títulos con el club de su vida. Ramón Sedeño le firmó y no se movió del club hasta que un día decidió colgar la camiseta y pasar a enseñar todo lo que el voley le dio.
Podía haber sido entrenador o director y quiso que la Diputación Provincial cambiara su vida entrando a formar parte de un área de Deportes de la que llegó a ser gerente. Imposible entender a Juanjo Salvador sin su pasado que queda reflejado en la hemeroteca como uno de los más grandes del mundo.
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