Mariano Alcaraz no se merecía este final. Genio y figura hasta el último de sus días. Fútbol y tenis en las venas, profesor de oficio y soñador de alma. Me contaron su despedida y me cuesta creer que haya sido así. Su amada Almería no le ha podido velar. Sus alumnos se han despedido en redes sociales y sus amigos del deporte rezaron en la intimidad por el alma de Mariano.
Un hombre tan grande no se merecía salir en soledad de este mundo, pero siempre llevaremos en nuestro corazón la viva estampa de un Mariano que enseñaba las matemáticas y la vida para sacar un sobresaliente. Me resisto a recordar a Mariano en silla de ruedas saludando sin reconocerme. En mi corazón siempre irá el profesor y el emprendedor.
Su día más feliz
Nos presentó su gran amigo (ahora con él en el Cielo), José Miguel Fernández. Yo lo conocía de sus intervenciones en Radio Juventud de Almería cuando ponía patas arriba al club de sus amores: una Agrupación Deportiva Almería que quiso presidir y no lo logró. Eran tiempos donde se necesitaba mucho dinero para mandar.
Un día me lo encontré donde siempre (tomando café en la Parrilla Pasaje), y me habló de un gran proyecto. Me pidió colaboración y me puse a su lado. En un minuto Mariano Alcaraz te enseñaba el Teorema de Pitágoras como el Club de Tenis Indalo. Los números asustaban a finales de los ochenta pero Mariano iba a por todas y metió la pala.
Para inaugurarlo en abril del 88 invitó al presidente de la Española, Juan Torner, creo que era abril, y un mes después contrató al número uno mundial, el checo nacionalizado estadounidense Iván Lendl, que jugó y ganó al francés Guy Forget por 7-6 y 6-1. Ese día Mariano fue el hombre más feliz de la tierra.
Guillermo Blanes
Su amor por el balompié era patente y cuando el Almería necesitó del campo de fútbol del Club Indalo, “allí estaba Mariano para ayudarnos. Un gran hombre del deporte. La última vez que nos vimos me miraba y me conocía. Un gran almeriense al que no hemos podido despedir como se merece”. Palabra de un grande para otro grande del deporte.
Patricia
De la vida de Mariano prefiero que se encargue su hija Patricia. Ella se puso en contacto con LA VOZ para agradecer todas las muestras de cariño de los almerienses. No podía imaginar lo querido que es su padre por nosotros. Y hablaba Patricia de “las locuras de mi padre”, como también elogiaba que a ella y a sus hermanos “nos enseñó a amar el deporte”. Mariano era feliz con sus sueños.
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