“Llevaba sin ejercer como enfermera desde enero, seguía con mi vida normal, ir a la universidad, trabajo con el Poli Almería como fisioterapeuta, deporte… mientras iba siguiendo las noticias del COVID-19, hasta que de pronto, de manera repentina, se instala en España, comienzan a subir los casos muy rápidamente y anuncian el estado de alarma”. Sabía que podía ser ‘llamada a filas en cualquier momento, pero a la vez fue responsable con la norma: “Como la UAL tuvo que cerrar -estudia ahora el Grado de Fisioterapia- y no estaba trabajando, decidí irme a mi pueblo, Llerena, a pasar el confinamiento con mi familia: “Viendo cómo evolucionaba la situación en España, tenía el teléfono siempre disponible, esperando la llamada de la bolsa, y sonó a la semana de confinamiento. Soledad Morales era reclamada por el Hospital de Poniente y no lo dudó, “sí”, respondió, regresando desde Extremadura a su otra tierra del alma, Almería, para en principio en ‘zona limpia’, sin coronavirus.
Eso, en todo caso, es ‘mucho suponer, porque “nunca descartamos que un paciente negativo se vuelva positivo después de varios días”. Recuerda su primer vistazo al interior del hospital: “Desde que me ofrecieron el contrato ya tenía el runrún de cómo estará la situación, qué me voy a encontrar, cómo estarán los compañeros... estás en tensión constante por la propia situación, nueva incluso para los sanitarios, pero a la vez estaba contenta por haber conseguido un contrato y poder ayudar a mis compañeros, estaba deseando trabajar y ayudar y tenía muchísimas ganas de incorporarme, si bien es cierto que iba con miedo, con preocupación, tomando todas las medidas tanto de higiene como de distancia y seguridad con tus compañeros”. No se puede evitar, “te vuelves muy meticuloso”, pero iba muy contenta, “porque al fin y al cabo tienes que alegrar a los pacientes, tranquilizarlos, incluso siendo difícil para nosotros mismos, pero también piensas en la familia, en tu pareja, que es con quien convives, por el miedo de no saber si llevas el bicho dentro”.
Se produce una tormenta de emociones “nunca antes experimentadas porque no se ha vivido nada así”, siendo lícito y humano el temor al contagio, riesgo que sabía que había que asumir: “Los sanitarios tenemos que tenerlo claro y concienciarnos, es decir, tenemos una probabilidad alta de contraerlo porque muchísimos casos son asintomáticos y trabajamos con muchos pacientes que no sabemos si lo tienen y nos lo pueden transmitir, incluso en zona limpia, de donde ha habido casos”. Como fondo de la cuestión, “que no hay mucha evidencia científica del virus, tienes miedo, pero a la misma vez vas con muchísimas ganas de trabajar, de luchar, de acabar con el bicho y de poder transmitir alegría y seguridad al paciente que tratas, puesto que ellos son los vulnerables”. Llegar, enfundarse el uniforme, comprobar el carro de medicación, sacar analíticas, pero además “a mí me gusta preguntar como están para que ellos vean que nosotros estamos ahí para cuidarlos y recuperarlos”.
Así es Soledad, a la que, si bien no le hace falta mejorar en humanidad, en su gran humildad considera que “esto me afectará positivamente, porque me convertirá en mejor persona y mejor profesional”. Es una experiencia dura para los sanitarios que ella cree que los transforma irremediablemente: “Más humilde, más fuerte, mejoras la capacidad de controlar las emociones y manejar ciertas situaciones de estrés, aprendes lo que de verdad importa en la vida, valoras más a los seres queridos; profesionalmente te haces mejor sanitario, que quiere decir más humano, viendo la importancia de un paciente, al que tienes que ofrecer lo mejor de ti y más, y mejoras el trabajo en equipo, dando importancia al sistema sanitario que tenemos, porque tenemos a los mejores sanitarios del mundo”. Por eso, no asume irresponsabilidad social: “Es lo que más me enfada, ver cómo un cierto porcentaje de población se ha tomado el confinamiento como unas vacaciones sin cumplir las recomendaciones”.
En esa línea, confiesa a la par estar “decepcionada, porque tenía la esperanza de que esto bajara los egos”, pero “orgullosa de la población que sí ha sido responsable y lo sigue siendo”. Como losa, “te sientes triste cuando ves noticias acerca de gente que deja una nota negativa en el portal dirigida a sanitarios, policías, guardias civiles o cajeros, cualquiera de los que estamos en esta primeria línea de batalla”. No se olvida del agradecimiento, mezclado con reivindicación: “Gracias a los aplausos que se dan en toda España a las 8 de la tarde, pero lo que realmente necesitamos es que nos respalden desde arriba, más EPIs, que no solo nos valoren ahora, sino que lo hagan siempre, no solo sanitarios, sino fuerzas y cuerpos de seguridad, cajeras, transportistas y todo ese largo etcétera de profesionales”. Es cierto que Soledad sí tiene un aliado ‘secreto’: “El deporte es algo indispensable en mi vida, no me puede faltar nunca; llevo muchos años metida en él de un modo u otro, me ha dado valores con los que he crecido como persona y me ha regalado muchísimos amigos”.
A día de hoy, practica deporte todos los días, sin olvidar que el suyo ha sido siempre el voleibol: “Lo ha representado todo en mi vida, jugando durante 15 años, pasando por diferentes clubes, viajando por España, permitiéndome conocer cultura y gente nueva; al voleibol tengo muchísimo que agradecerle, aunque muchas veces me ha quitado tiempo con los míos; gracias a él, conocí a mi pareja, a Guille, así que solo con eso, siempre estaré en deuda con vóley”. Y es que después de tantos años dio un paso atrás y dejó de competir, “porque el cuerpo me pedía un respiro”, aclara: “Ya no estaba lo suficiente motivada para seguir compitiendo, y como yo soy de las personas que cree que cuando estas compitiendo tienes que dar el 100% de ti y competir al 200%, no me veía con las ganas ni con el tiempo suficiente”. Eso sí, no lo pierde de vista, ni al voleibol y a ninguna otra modalidad que le permita desarrollo profesional: “Quiero empezar a verlo desde otro punto de vista, ser parte de un staff técnico; es lo que realmente me llenaría, ejercer lo que he estudiado en el deporte”.
Y sí, lo de ser enfermera es vocacional y hasta un enlace con el latido de su infancia en familia, pero también lo es ser fisioterapeuta, estudios que está ya culminando y función que ejerce en el Poli Almería: “Son dos carreras de vocación, porque si no la tienes, estas perdido; para cuidar, tienes que tener vocación y lo único que tiene que importarte es tu paciente y los objetivos que te marcas para su recuperación”. Eso sí, reconoce que “a día de hoy, puesto que es la que más he trabajado, tengo más vocación por la enfermería, además por ver a mi madre, que también lo es, desde pequeña, siendo una maestra para mí, admirar la facilidad de ‘ganarse’ a sus pacientes, cómo los trata, lo buena que es en su campo… he aprendido de ella y empecé a amar la enfermería como lo hace ella, y solo espero llegar a ser la mitad de buena”. Respeto a fisioterapia, “aun no he tenido mucho contacto práctico, estoy empezando y lo que estoy viendo me está encantado y siento muchísima curiosidad por seguir aprendiendo; a medida que avanzo, veo que son muy complementarias”.
Otra relación con el vóley, tras vestir los colores de AVG e incluso llevar en el pecho el escudo de Unicaja Costa de Almería, la tiene con el club verde: “Es gratificante, porque ya que dejé de jugar, es una forma de no perder el vinculo con el voleibol, aunque sea de forma diferente, pero de la cual también aprendes y ves otra forma de trabajar, y no todo el mundo puede decir que estas aportando tu granito de arena, por pequeño que sea, al mejor club de voleibol de España”. A Soledad Morales no le gustan las capas ni que se la considera una superheroína, sino que solo quiere dar lo que lleva dentro ayudando a los demás… en la enfermería, la fisioterapia o la vida. Sin atreverse a decir si el coronavirus enseñará a la sociedad, “eso va en cada uno”, sí pone sobre la mesa una obviedad: “Hemos podido ver que este virus afecta a cualquier persona, independientemente de si presenta o no patologías previas, pero una persona sana y con unos buenos hábitos lo normal es que lo pase mejor”.
Lo deja claro, “la alimentación es incluso mas importante que la actividad física”, si bien ambas cosas forman parte, junto con otros elementos, de una vida lo más sana posible “para podernos librars e muchas enfermedades bastante perjudiciales en el futuro”. Sin más, “todos aprendemos, pero cada uno es libre de coger el camino que prefiere llevar”. Como último mensaje pide “responsabilidad en la desescalada”. Los sanitarios “vamos a seguir ahí siempre, ayudando a la gente”, pero esperan ayuda de la población con algo tan sencillo como “actuar con la cabeza y la lógica”. Guarda muchas lágrimas por los duros momentos presenciados en vivo, y a la vez algunas risas de “evasión”, preparada para rematar el “punto de la victoria en este partido”.
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