El respeto que se ha ganado a lo largo de los años es el más difícil de todos, el que los demás le profesan para sacarlo del segundo plano en el que prefiere estar, fiel a su forma de ser. Enrique de Haro sienta cátedra cada vez que habla, siente como nadie los colores de Unicaja Costa de Almería e insiste en su tesis de “celebrar los subcampeonatos”, dándole una gran importancia a mantenerse 30 años en ‘disputa por los títulos’. Pero pese a no ocultar su amor al verde, sino enorgullecerse de ello, saben los rivales que sus valoraciones jamás han estado teñidas, sino que son fruto de la cabalidad. Por aquello de permanecer en el referido segundo plano, no es muy activo en redes sociales, pero responde a la llamada del club para pasar un rato con los seguidores de voleibol, su figura se enciende las pantallas a través de Instragram y su voz, en tono de templanza acorde a su pensamiento, sienta cátedra otra vez.
Está en el aire la resolución de la temporada, en principio con la intención de quitarle cualquier valor a la fase regular, y un poco antes de la mitad de su intervención de una hora, tras 25 minutos en los que, quien no lo conozca ha podido ver su equilibrio, De Haro lo resume magistralmente: “Es un tema complicado, primero por de dónde viene, porque antes de nada hay que hacer un análisis de que a nadie nos gusta, no por la decisión en si, sino por qué es lo que ha motivado el tener que tomar ahora esta decisión”. Dicho eso, Enrique sigue su contextualización: “Yo tengo mi opinión, pero quiero respetar a los que deben tomarla, porque no es fácil, y hay un símil, que es tener una avería de un avión en pleno vuelo; del mismo modo, decidir quién es el campeón de una competición, cuando se ha parado de esta forma, es difícil”. Una vez dicho todo eso, un entorno de actuación que parece olvidarse, mira lo demás.
Haciéndolo, hay argumentos para decidir, y un punto de vista a respetar: “Llegados a este punto, a mí lo que me gustaría es tratar de aislar, tratar de no pensar en quién se ve afectado, porque si yo digo que el que va primero debería ser campeón, todo el mundo piensa, ‘claro, tú eres de Unicaja’, y por eso lo del avión en vuelo, porque hay nombres y apellidos de los afectados”. Definido el escenario, opina: “Finalizado el campeonato, a fecha de su paralización, no cabe duda de que Unicaja Costa de Almería debería ser campeón; si te vas a criterios técnicos y deportivos, coge el que quieras; hace poco han nombrado al PSG por un coeficiente, y si tú miras partidos ganados, puntos, ratio sets ganados y sets perdidos, ratio puntos ganados y puntos perdidos, bajo cualquier criterio de ese tipo, habría que ser campeón”.
No solo eso, Enrique de Haro lo deja claro: “Creo que la duda es más por un criterio sentimental, porque los que somos del mundo del vóley sabemos que hasta que la última pelota del último punto cae, no eres campeón; es como si hubiese pillado la pandemia en el último set del último partido, claro, el equipo que no ha ganado también diría que no es justo, y como todos hemos tenido la experiencia de ir 2-0 y 23-21 perdiendo, pero después ganar un campeonato… en el vóley tenemos esa sensación de que parece que no es justo porque había un playoff; yo nombraría un campeón, que sería Unicaja, y si queremos, le ponemos un asterisco, eres campeón hasta esa fecha, y yo particularmente sabría que soy el campeón de un campeonato ‘especial’, por así decirlo; parecen conversaciones triviales sabiendo lo que tenemos detrás, porque hay que tenerle respeto a lo que nos ha llevado a esto”.
Finalizando esta cuestión, este mítico preparador físico del voleibol español remata con un “mucho me temo que, si no lo hacen explícitamente, nos van a nombrar de forma implícita, es decir, hay una plaza para España para jugar la Champions, ¿para quién debe ser esa plaza?, si es para Unicaja te están diciendo que eres campeón, si vas a jugar la ‘liga de campeones’… y respetar la clasificación no solo para el que ha quedado primero, sino el segundo, segundo, y el sexto, he sido sexto siendo un equipo recién ascendido, o que el penúltimo pueda decir que podía haber jugado el playoff, que matemáticamente podría también; esa es mi opinión, respetando todas las opiniones y sabiendo que no es una decisión fácil”. Ante todo, orgullo del vóley español: “La reflexión es que ha dado respuesta rápida y unánime, y es un éxito que achacarse, de los primeros deportes que vio claro que esto había que acabarlo”.
Se ha mantenido el vínculo con la plantilla, pero sabiendo que los jugadores no van a volver, situación distinta al fútbol y al baloncesto: “Un mes de rutina, pero no para la vuelta, sino por ayuda en las primeras semanas, en las que se rompe de forma abrupta el ritmo de dos sesiones de entrenamiento a la semana; era como quedarse sin trabajo para ellos”. Más en el caso del único equipo española que ha competido fuera de las fronteras del voleibol nacional, y sí, jugar en Europa es fundamental: “Siempre, siempre, es beneficioso a nivel social, deportivo… siempre lo digo, pese a quien se queja de llevar las dos competiciones, es más, yo exigiría más respecto a la competición doméstica, porque perfectamente se puede jugar el miércoles y el sábado en este deporte, los jugadores pueden someterse a eso”. Matiza que “habría que prepararlos para esos esfuerzos, pero se pueden llevar; los que estamos aquí sabemos que se hacen entrenamientos con una carga del doble o el triple que tienen en los partidos, entonces, ¿por qué no jugar dos partidos en la semana?; no lo veo ninguna locura, sino solo adaptarse”.
Es algo parecido a la evolución de la reglamentación que ha vivido a lo largo de su extensa trayectoria, y la que deberá seguir produciéndose: “El voleibol tiene que ir creciendo en espectacularidad; lo hablamos en grupos de debate suprimir la regla del doble toque, adelantar la línea de zaguero en el vóley femenino, buscar no solo en las normas, sino en los sistemas de competición, o si ahora hay que legislar por esto qué pasa con la fase regular… abogar para que se sigan produciendo cambios reglamentarios y hacer que este deporte siga creciendo, y ahora es buen momento porque muchos profesionales estamos reflexionando, y hay que acordarse de que es uno de los que más ha cambiado, como incluso el sistema de puntación”. Esa es una pregunta formulada por otro mito, Jose Maqueda, el único que ha hecho llorar a Enrique de Haro: “Siempre me afectaban las derrotas, pero solo recuerdo llorar cuando él se hizo cargo del equipo, que se quedó solo, llevaba todo, los vídeos, la gestión del grupo, solo tenía mi ayuda, y perder una final de Copa en casa… lloré porque Jose se lo merecía, y ya no más; ahora celebro los subcampeonatos”.
Y es que “empezar a celebrar eso, es una forma de decir que la motivación está en el trabajo diario, es un proceso”. Confiesa ser del último en enterarse de la plantilla para la nueva temporada: “Me gusta esperar al final, no estar en los rumores, y estoy seguro de que Unicaja hará un equipo que opta, y aunque parezca que no, siempre estamos ahí; hablamos de los títulos que tenemos, pero mirad quién era el finalista en los títulos de los demás; la grandeza de Unicaja es perder muchas finales y estar año tras año disputándolas otra vez”. Los que más ilusión dan, una máxima suya al nivel de ‘fuerza y honor’, son el primero y el último, “el primero porque rompe la dinámica y se aprende a ganar, y el último porque es el más difícil y lo sabes si se va a volver a ganar, por eso es importante celebrar llegar a las finales, y se habla poco de que en aquella época, de tan altísimo nivel, Unicaja fuese subcampeón de Europa, por ejemplo, con el mérito que tiene”.
También ha evolucionado su trabajo, “dentro de un ciclo”, lo que ha explicado: “Lo que yo hacía al principio, algunas cosas parecían en desuso y se han vuelto a poner de moda; los jugadores antiguos recordarán que antes de tocar el balón subíamos y bajábamos cuestas, hacíamos desplazamientos en piscina, y ahora, cuando veo entrenamientos funcionales o propuestas, me acuerdo de lo que hacíamos no digo hace diez años, sino veinticinco; si es verdad de que antes el concepto de que ‘todo más’ era mejor, repeticiones de ejercicios, horas de entrenamiento… y eso ahora, fruto de las investigaciones, se está viendo que muchas veces menos es más, así que el reto es encontrar el equilibrio de con el mínimo desgaste posible, conseguir lo máximo, esa es la tendencia del entrenamiento actual”. A eso añade la “velocidad a la que se mueven las cargas”, todo en el quid de “personalizar en los jugadores”, habiendo herramientas tipo aplicaciones muy bien desarrolladas para mediciones.
Con su simpatía de siempre, característica que lo define y que todos los que han ‘pasado por sus manos’ recuerdan con una sonrisa, reconoce que “no ha sido fácil” cuando su imagen aparece en la pantalla, para acto seguido destacar que “la salud está respetando a los familiares más allegados, estamos teniendo suerte, siguiendo las recomendaciones”. Algo importante para De Haro es que “se están retomando o surgiendo vínculos con personas que están ahí al lado, pero a las que cada vez menos se recurría, por distintos horarios y vidas; ahora, todos en casa… igual que con jugadores y alumnos, a los que ves desde otro punto de vista, ya que Internet te da esas posibilidades”. Como profesor de la UAL considera bueno “ver que hay autonomía del alumnado para superar ciertos conocimientos, objetivo a tener muy en cuenta en la universidad, capacidad de sacar adelante su grado con la mayor normalidad posible”.
Enrique, en todo caso, era mucho de estar en casa, y este tiempo más largo lo ha empleado en recuperar el ajedrez: “Cuando niño pasaba horas y horas, lo había dejado un poco, pero me gusta mucho por ser de estrategia e inteligencia, por darte ocupación a la mente”. Lo lleva, como todo, a su deporte: “El físico aporta una parte al voleibol, pero es un deporte para inteligentes, usar todos los recursos, como una partida de ajedrez”. Desde su ‘atalaya’, palabras a la sociedad que son “la base del entrenamiento, sobre todo para los que no son deportistas profesionales, que dicen que por encime a de todo está el sentido común y la prudencia, los mejores consejos a dar, porque hay muchos ejercicios, muchos recursos, pero hay que observarse”. En su catálogo de titulares en la entrevista pública, sentencia que “hemos ganado gente para el deporte, mucha gente se va a quedar practicándolo después de esto”. Ahora, en desescalada, “compararlo con cuando se sale de una lesión”.
Varias de las preguntas giraron en torno a su planteamiento de trabajo, como el de la programación de una semana completa: “Utilizo dos criterios, decisiones a largo plazo y luego las circunstancias personales del equipo en la semana concreta, que son el último partido jugado, estado de los jugadores, las lesiones, y el próximo rival, conjugar esos parámetros”. Acción de su grandeza, la autocrítica, “a mí tampoco me gusta dejarlo todo a la mala suerte”, respecto al impropio número de lesionados este año: “Sí hay un factor de azar, y es verdad, pero también podríamos hacer una reflexión sobre si la programación ha tenido algo que ver, porque a lo mejor hay cosas a mejorar, y me pongo el primero, pero mucho sí ha sido fruto del azar, tantas coincidencias”. Eso sí, “más valor tiene el logro de haber perdido un solo partido en la competición más importante de la temporada”.
Referencias a la primera Copa del Rey del 95 y al triplete de la 2015/2016, no hay desperdicio en la aparición dominical de Enrique de Haro, que ha evolucionado tanto profesional como personalmente, apodado el ‘general’ por Jorge Almansa, “me ha subido un montón, porque como mucho soy sargento”, y con muchos nombres a los que admira. Destaca la dedicación a la preparación física de Israel Rodríguez, Pablo Bugallo, o Guillermo Falasca, jugadores que han pasado por sus manos, el primero y el tercero protagonistas del mayor éxito español de la historia, el Campeonato de Europa de selecciones en 2007: “La grandeza de la final está en la del rival, en las expectativas que tiene de ganarte, en tener a todo el público en contra, y ese grupo ganó por convicción; era impensable y lo hizo campeón el entrenador -Anastasi-, el saber qué hacer para ganar a Rusia, sus decisiones, pero a un grupo realista y a la par soñador, comprometido, con facultad para tener un objetivo común y creer”.
Es entrenador de máxima titulación él mismo, “pero no me siento porque entrenador se hace entrenando”, si bien “sí me ha ayudado en mi trabajo entender el juego”.
La humildad le lleva a no comentar que tiene el título, aunque sepa que hay claves muy importantes como que “los equipos que ganan son los que tienen al colocador que mejor juega”, en referencia por ejemplo a Miguel Ángel Falasca en ese momento. A Enrique le habría encantado ser jugador “para hacer algún último punto”, pese a lo del segundo plano tan suyo: “No me gusta salir y en los partidos estoy alejado, pero sí me gusta la celebración, claro -risas- y recuerdo especialmente larga la carrera que me di en Moscú cuando acabó el partido, teniendo que esquivar a los rusos en su campo hasta llegar al de España”. Todo, incluso eso, se lo debe a su club, a un Unicaja Costa de Almería que es su vida y al que agradece tantos años juntos y el hacer mejores a los jugadores que vienen a vestir su camiseta.
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