Javier Ernesto Jiménez Scull nació en Matanzas, una ciudad de aproximadamente 150.000 habitantes en la actualidad, perla caribeña desde la que dirige sus primeras palabras como flamante jugador de Unicaja Costa de Almería: “Indiscutiblemente su historia es lo que en primer lugar me ha motivado para fichar en este club, y también un amigo, Bogdan Olteanu -receptor rumano que militó en las filas ahorradoras dos temporadas entre los años 2008 y 2010- me habló muy lindo; entonces aumentaron los deseos de vivir esa experiencia por mí mismo”. A decir verdad, había estado ya muy cerca de vestir el verde el pasado curso, pero finalmente su destino se desvió muy al norte, a Estonia, donde el destino quiso que jugase el club blanquiverde en los octavos de final de la CEV Challenge Cup, además contra el cubano y su equipo, el Saaremaa, de la isla de Kuressaare.
Ese emparejamiento lo trajo a Almería por primera vez en su vida hace unos meses, con la firme intención de remontar una eliminatoria que los ahorradores tenían a su favor ligeramente tras el 2-3 de la ida. Entonces fue cuando supo, con argumentos que solo da la experiencia directa, que este era su lugar. Se lució, en contra, claro, del ahora su club, siendo determinante para clasificar al cuadro estonio a los cuartos de final por el 1-3 que marcó el electrónico de un recinto que le encandiló: “Para mí lo impresionante fue cuando entré al pabellón, todos esos trofeos ganados colgados de la pared; realmente impresiona y muestra lo linda que ha sido su historia”. Javier Jiménez, con esa imagen en la retina, la revisa y busca sitio en el que descolgar los que piensa entregar a su club durante mucho tiempo: “Me encantaría echar raíces y seguir cosechando títulos”. 198 centímetros de altura e infinita ambición.
Desde fuera es capaz de tener una visión periférica y obtener una imagen del todo, de lo deportivo y de lo humano, del equipo y de la ciudad, que inexorablemente van juntos para una felicidad completa. Lo que ofrece Almería es mucho, reclamo para cualquier jugador más allá de la garantía de profesionalidad en el trabajo: “Después de la eliminatoria de Challenge, tal y como estaba planificado el viaje de Saaremaa, sí que salí a dar un paseo y la ciudad me pareció hermosa; para mí y mi familia será hermoso vivir en la cultura española, y para los niños no será una barrera el idioma”. Sabía antes de jugar que por muy poco no estaba en el otro lado, pero cuando el sorteo fue ‘caprichoso’ y lo cruzó con Unicaja Costa de Almería, la profesionalidad borró esa circunstancia: “La verdad es que no lo pensé mucho, traté de ayudar a mi equipo con mi mejor juego a pasar la eliminatoria”. Y lo logró.
Nació el 16 de noviembre de 1989, por lo que cumplirá, ya iniciada su aventura en España, los 31 años, plena madurez para un jugador que ha pasado por el club de su ciudad natal, el Matanzas, desde donde se marchó al PAOK Thessaloniki para ser bicampeón de Grecia durante dos temporadas, de ahí a Italia, A1, al Pallavolo Molfetta, para cruzar después el Atlántico de nuevo, pero hacia el sur, y jugar en el Obras San Juan Vóley de Argentina, regresando al PAOK en la siguiente temporada y acabando en Estonia, en el ‘nuevo rico’ Saaremaa. Su trayectoria de clubes él la describe “como una escuela, que enseña de todo, tanto deportivo como social”, si bien su catalogación de estrella mundial la ha conseguido en las más altas cotas de competición internacional, la de selecciones, con su Cuba, desde su debut en Liga Mundial en 2013, pasando por Campeonato del Mundo y Juegos Olímpicos.
Ahí reside, de hecho, su origen como jugador de voleibol: “En Cuba ponían mucho la Liga Mundial y eso me emocionó y me motivó para jugar al voleibol; pasé antes, claro, por varios deportes como atletismo, kárate o taekwondo, pero me decliné por el vóley; al iniciarme, como todo niño, deseé estar en la selección cubana y poco a poco pude llegar, teniendo por el camino varios modelos que fueron los referentes de nuestro equipo nacional”. Siete años más tarde de su debut, se siente orgulloso de lo dado a su país: “Ha sido hermoso el poder representar a Cuba en todas esas competencias internacionales, es un orgullo para mí, independientemente de que a los JJOO de 2016 fuéramos diezmados por el incidente que sucedió y no pudimos dar la pelea que hubiese deseado”. En su lista, Panamericanos y NORCECA.
Ahora analiza la Superliga Española, su próximo objetivo, que ve “una competencia muy exigente, con excelentes equipos y rivalidades”. Como no, igualmente está muy atento a la participación europea de Unicaja Costa de Almería, previsiblemente en la Champions, competición que ya conoce: “Siempre motiva poder jugar en la élite europea y da un plus a los equipos que la disputan”. Los objetivos ambiciosos bien merecen el mejor apoyo, y por ello hace un llamamiento a la afición: “Que nos apoye en este viaje que emprenderemos, para juntos disfrutar”. También observa desde la distancia al grupo que se está formando, y se anima más aun: “De veras que a mí me ilusiona trabajar con ellos e ir creciendo juntos en el transcurso de la temporada”. No lo pasó bien en cuarentena, “no ha sido lo mejor, he tenido que estar hasta ahora prácticamente lejos de mi familia, sin poder regresar por las fronteras cerradas”, las que ahora se abren para que viaje a Almería a brillar como la estrella que es.
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