Cinco son los pasos tradicionales que forman el método científico, más aplicados de lo que parece en la vida diaria y que fueron fijados en el siglo XVII por Descartes (‘Discurso del Método). Si se conoce el trabajo de Enrique de Haro se sabe que es, ante todo, precisamente ‘metódico’, que ‘observación’, hipótesis’, ‘experimentación’, ‘teoría’ y ‘conclusión’ suponen estaciones en las que parar para hacer diferente cada temporada, y ya van casi 30 en Unicaja Almería, y que si su fuerte parece el contacto directo con la plantilla, por simpatía y empatía, en el fondo le gusta encerrarse con un buen montón de datos y hacer lo que para otros es ‘magia’, pero que realmente es ‘solo’ aplicación de la ciencia. Punto de partida de la 2020/2021: “La valoración el primer día, sin tener datos objetivos, era buena, pero lo cierto es que una vez que empezamos con los ejercicios específicos sí se nota el tiempo de inactividad”. Reto.
El sabio granadino sigue su composición de situación así: “Sí que los jugadores han podido mantenerse, pero con ejercicios y métodos generales, y con pocos recursos, que ya es un gran mérito, pero cuando empezamos con los trabajos específicos de musculación que no han podido trabajar durante seis meses, es verdad que el nivel es un poco más bajo que otros años”. Por lo tanto, no es suficiente con proponerse un 100%, sino algo más, y está cuantificado: “Su condición física general está bien, pero cuando hablamos de condición física específica… no es solo levantar peso o ser rápidos, sino trasladarlo al juego, y en ese caso hay disminución; en porcentaje sería entre un 20 y un 30%, para que la gente se haga una idea”. Por lo tanto, sobre su mesa la ecuación, despejar la ‘X’, tiene como finalidad un 125% de recuperación para un rendimiento pleno en comparación a los anteriores inicios de temporada.
Pero como buen científico, De Haro cruza parámetros para ver que tiene una aliada clave, que es la mente: “Efectivamente las ganas y la implicación se han multiplicado por dos, son el doble, por así decirlo; el añorado regreso a la pista hace que estas primeras semanas, que los jugadores saben que son duras, estén deseando vivirlas, porque son profesionales, viven de su cuerpo, viven del movimiento, y toda esa fase ha servido para valorar mucho más la posibilidad de entrenar todos juntos, así que en ese sentido sí hemos ganado ese porcentaje que hemos perdido por otro lado”. Dicho eso, “todos esos datos que tomamos en realidad solo tienen sentido si llegan al jugador para priorizar unos aspectos sobre otros; aunque todo el equipo sigue la línea común, las pruebas dan resultados individuales diferentes e indican el modo de personalizar el entreno, sobre todo en déficits y en posibilidades de mejora”.
Así se establece la ‘teoría’ que guiará a cada jugador: “Se le valora con los medios, las fotos, los vídeos, los datos…, se le hace llegar todo para que lo vea desde fuera y que le sirva como una base de cuál debe ser su trabajo a lo largo de todo el año, y luego para los objetivos más concretos y para el día a día”. Diseñar ese plan, eso de sentarse en el escritorio, analizar, cruzar y crear, pese a las bromas permanentes del contacto con el grupo y lo agradable de la primera fase, le apasiona: “Para mí, es de las cosas que más me motivan; me preguntan que si no me canso y siempre digo que aunque parezca que el trabajo es el mismo, cuando trabajas con personas y los equipos se modifican, y aunque sean los mismos jugadores cada año, estos se desarrollan y cada vez es diferente; siempre son los mismos retos deportivos en el club, pero todo cambia, incorporar nuevas metodologías, recursos o aplicaciones, eso nos hace mantenernos motivados, a ellos y a los técnicos”.
Precisamente ese grupo de profesionales que trabaja conjuntamente con el grupo de jugadores sigue siendo un fuerte de Unicaja Almería: “Lo cierto es que igual que hablamos respecto a los jugadores que es importante formar a un equipo, a mí me gusta la expresión ‘cuerpo técnico’, porque engloba lo que tiene que se este ‘equipo’ de trabajo, como un único cuerpo en el que hay diferentes miembros, extremidades, y una cabeza pensante, pero que funciona al unísono, y es fundamental que así sea y tenemos la suerte de mantener un grupo de trabajo estable durante tiempo”. En ello solo ve “muchas ventajas que proyectarse a los jugadores”. Como entrenador titulado de voleibol que también es, Enrique de Haro puede sumar a su parcela física más elementos a la operación, y asume otro déficit que debe compensar con el que se produce en el estado de forma: “Son técnicamente, por su bagaje deportivo y por su calidad, muy buenos, pero si en el físico hemos hablado de que la inactividad sí repercute, en vóley no tocar el balón se multiplica en relación a otros deportes”.
Por eso habrá un ‘casamiento’ más estrecho que nunca por la premura de tiempo y la doble necesidad: “En este deporte nunca puedes coger el balón, y como todo es por contactos, la técnica es fundamental; de hecho, en el voleibol hasta cuando se juega un partido, esa mañana se entrena, por ese motivo, porque el contacto con el balón y las referencias son fundamentales, así que en ese aspecto se ha notado la inactividad, y muchas de las cosas que hemos visto en pista denota la falta de balón, y el volumen se va a tener que incrementar mucho durante estas semanas, de cara a la Supercopa”. Además, luego puede estar el concepto mental de no público: “Va a ser una incógnita para todos, resultará raro la primera vez, pero a la siguiente los jugadores se habituarán; me preocuparía si pasara en algunos campos y en otros no, pero como es una situación que le va a pasar a todos los equipos, que se iguala, y está la duda de que a algunos jugadores les puede beneficiar, si notan la presión del público y les hace bajar el rendimiento, y a otros al contrario, porque necesitan de esa motivación del público, propio y ajeno, para sacar más rendimiento; será un tema a trabajar individualmente”.
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