No hay nada que celebrar en el Almería de Turki Al-Sheikh que cada vez que lanza un cohete la Liga le devuelve a la cruda realidad de la Segunda División. Con tres jornadas disputadas por los rojiblancos y con 6 para el pelotón casi estamos en descenso.
Hablamos de un Estadio Champions y de jugar en Europa y se nos llena el corazón de alegría. Inflados de gozo para recibir una bofetada sin nombre de un modesto Logroñés que nos ha devuelto a la tierra de un sopapo.
Regresa el equipo al trabajo salvado por los pelos de los puestos de descenso y lejos del ascenso a Primera y de los puestos de Play Off. Una victoria en Lugo y buenas sensaciones ante el Sporting es lo que tenemos para llevarnos a la boca.
Lo tiene todo este club para tocar el cielo pero o se pone el mono de faena para picar o no vamos a ningún lado. Con la calidad de esta plantilla bastará con igualar en intensidad a los rivales para vencerles: todo lo demás son gaitas.
En tres jornadas ya le estamos viendo las orejas al lobo y nos despertamos con Juanfran despedido en el Lugo y Lucas Alcaraz con un pie fuera del Albacete porque no llegan los resultados.
Me tranquiliza que el entrenador del Almería asume toda la responsabilidad en la medida que me inquieta que diga que "no se volverá repetir" cuando esto no está en sus manos: esto es fútbol Míster. Esclavo de sus palabras.
Vaya lunes del Pilar que nos ha regalado el Almería y da miedo mirar la tabla por arriba y por abajo. El tren no espera.
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