Sergi Mingote ha fallecido en el K2 (8.611 metros, la segunda montaña más alta del planeta), donde un grupo de diez nepalíes ha logrado hoy la primera ascensión invernal de la historia. El catalán (49 años), que no participaba en el intento hacia la cumbre, sufrió un accidente en el descenso hacia el campo base y se encontraba inconsciente y esperando una evacuación. El italiano Simone Moro, en el Manaslu junto a Alex Txikon, intentó acelerar la llegada de un helicóptero de rescate, tal y como informó Fernando J. Pérez, periodista español de 'El Correo' que acompaña al vasco en el Manaslu. Pero fue inútil.
A mediodía, desde la Federació d'Entitats Excursionistes de Catalunya, su presidente, Jordi Merino, confirmó su muerte. Poco más tardó su amigo Salvador Illa, ministro de Sanidad, a través de su cuenta de Twitter. Mingote había sido alcalde por el PSC de Parets del Vallès durante dos legislaturas, hasta 2018, cuando decidió dejarlo para centrarse en las montañas. El presidente Pedro Sánchez se sumó a las condolencias.
El catalán Mingote pertenecía a la expedición de Seven Summit Trek, que colideraba junto a Chang Dawa. Una cordada de 55 alpinistas de 13 nacionalidades distintas que habían sumado esfuerzos junto a la agencia de expediciones nepalí para atacar el único ochomil que permanecía virgen en invierno y que, paradojas del destino, cayó el mismo día de su muerte.
Mingote había pasado la noche en el Campo 3 junto al chileno Juan Pablo Mohr y dudaron si seguir hasta el 4 para intentar cumbre. Según las primeras informaciones, la fatiga (escalaban sin oxígeno suplementario) les hizo regresar y en el descenso desde el Campo 1 (6.072) el español, bombero de profesión, sufrió un accidente. El racetracker (sistema GPS) de Mingote le situó a las 11:19 horas locales a 5.935 metros, y diez minutos después a 5.296, 639 más abajo. Lo que indica que se despeñó. Mohr llegó hasta él cuarenta minutos más tarde y le encontró con múltiples fracturas. Al poco, falleció.
Mingote estaba inmerso en el proyecto de subir los 14 ochomiles en 1.000 días. Llevaba siete en 444 (sumaba 11 en total en su haber), pero su ilusión se vio frenada por la pandemia. Llegó el ofrecimiento del K2 en invierno de Seven Summits y se enroló.
El catalán ya había conquistado el K2 sin oxígeno en el verano de 2018, y volvió para subirlo ahora en invierno. "Tengo una relación de amor y odio con el K2. Lo pasé muy mal bajando con mal tiempo, pensé que no bajaba", recordó en Barcelona sobre esa ascensión antes de partir a un objetivo que sabía muy complicado: "Es el último gran reto que le queda al alpinismo". Un reto que se superó el mismo día de su muerte en la pirámide perfecta de hielo.
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