Había que ganar en Zaragoza y la Unión Deportiva Almería no lo hizo. La crisis es bestial porque se ha entrado en una dinámica peligrosa. Vi el partido rodeado de una decena de colegas, con las medidas de seguridad oportunas por la pandemia.
Los comentarios se centraron en los errores y en la iniciativa del Var de entrar para anular un golazo del centrocampista argentino Robertone por un compañero que se quedó colgado en la jugada inicial. Quien más críticas recibió fue el técnico luso José Gomes que no sabe parar la sangría de derrotas.
Luís Aragonés solía afirmar que las temporadas se deciden en los últimos 10 partidos. “Lo demás son milongas”. Aunque matemáticamente los números, el equipo no sigue el camino de Aragonés, aunque en esta categoría todo el mundo le gana a cualquiera. El técnico ya empezó a decir que faltó tono, intensidad y sin solidez defensiva con goles recibidos muy incomprensibles.
De alguna manera, reconoce el naufragio general. Plantear el relevo del técnico desde las altas esferas, a estas alturas no lo veo. Si es necesario que los psicólogos se pongan a trabajar para no dejarse ir en este apunte sombrío que planteo de naufragio, tras ver perder al equipo, que no reacciona. En definitiva, la afición recibió un mazazo con la derrota en Zaragoza. El equipo salió sin tono, frío, y hasta que no encajó el gol no entró en el partido. Otra vez las miradas se giraron hacía el técnico José Gomes que lleva varias jornadas señalado por el carrusel de cambios. Se acerca el final y ya no se puede pasar.
Otra vez los centros laterales condenaron al Almería y la falta de mando. Samú Costa movió al equipo bien y daba consistencia, pero de forma inocente se cargó con una tarjeta y, seguramente, el técnico volvió a sustituirlo con buena intención para que no fuera expulsado. El equipo puso alma, pero sin director de orquesta. Y, reiteramos, el gol anulado por el VAR dejó al equipo muy tocado.
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