Las casualidades puede que no lo sean tanto. En la temporada 2012/2013 por fin se logró romper una sequía de siete años sin ganar la Superliga. El club venía de establecer una marca histórica de seis títulos consecutivos, nunca igualada por nadie, pero en 2005 paró ante el dominio primero de Palma, con tres entorchados, y después de Teruel, con cuatro. Ese curso del resurgir ahorrador, en Zaragoza había un Filip en la pista, Stefan, receptor rumano, y un Filip en la grada, Andrés, su hijo, un niño precisamente de siete años al que empezaba a gustarle el voleibol. Ahora, con 18 recién cumplidos, el chico vestirá el verde.
No queda ahí la casualidad porque, entre medias, la carrera profesional de Stefan llevó a Andrés y al resto de la familia a Canadá, más en concreto a Calgary. El padre empezó a entrenar y entre sus pupilos tuvo a Matthew Neaves, en los orígenes como jugador del que fuese opuesto ahorrador la pasada temporada. El pequeño Andrés, a la edad de diez años, se ‘alistó’ en el mismo club, Canuck, y después de destacar en campeonatos más locales y nacionales a lo largo de su recorrido por las categorías inferiores, pasó a su vez el pasado verano en el Dinamo București bajo la dirección de Stelian Moculescu.
Como Neaves, el salto a Europa, en su caso el regreso para hacerse jugador profesional, lo hará vía Unicaja Costa de Almería. Receptor, nacido el 8 de abril de 2006, es un joven de enorme proyección, con 193 centímetros y grandes cualidades técnicas. De hecho, es el tipo de juego que le gusta: “No me definiría como un jugador físico, y baso mi juego en la técnica y en la toma de decisiones; de hecho, yo valoro esa toma de decisiones como la habilidad más importante en el vóley, algo que intento implementar con mi creatividad en determinadas situaciones”. Seguro de si mismo, sus modelos los tiene claros.
Espejo
Evidentemente, definiéndose así, tiene un ídolo claro: “Me encanta ver jugadores que se adaptan, jugadores que tal vez no sean tan físicos, pero que tienen una técnica brillante y un alto “IQ”; Earvin Ngapeth es, con diferencia, mi jugador favorito, y ver su creatividad me inspira a llevar mi juego al siguiente nivel”. A sus sueños de futuro no les pone límites: “Siempre he soñado con alcanzar algún día el nivel más alto del voleibol, ya sea jugando para mi equipo nacional senior o un equipo de ‘Champions League’. Por eso, esta etapa que se abre ahora para él es clave: “Mi objetivo esta temporada es crecer”.
No tenía edad suficiente cuando vivía en Zaragoza para acordarse, pero, entre otros, vio a Unicaja Costa de Almería y vivió desde fuera la experiencia de la Superliga: “Hace un tiempo, cuando era niño, veía a mi padre jugar en el CV Zaragoza, pero es cierto que no me ‘enamoré’ de este deporte de inmediato”. Demasiado pequeño, fue ya en Canadá, y viendo a jóvenes valores, cuando se enganchó: “Cuando tenía ocho años y estaba con los jóvenes talentos que mi padre entrenaba en el nivel junior, me atrajo y me hizo sentir curiosidad por probar; empecé a los 9 años y al instante empecé a darlo todo”.
Llega cargado de ilusión, “me siento honrado y agradecido por la oportunidad de regresar a mi país de origen, en el que crecí, para cumplir mi sueño de jugar al voleibol profesional en una competición fuerte como la Superliga”, pero con los pies en el suelo: “Como soy un chico de 18 años, no hay mucho que pueda aportar directamente como experiencia, pero sé que no se verá a ningún jugador trabajar tan duro como yo durante el resto de la temporada”. Es lo que ha hecho siempre: “Basado en mi pasado con cualquier equipo, sí sé que mi trabajo es ser el mejor compañero que pueda dentro o fuera de la cancha”.
Recuerdos
Palabras clave para Andrés Filip, “con una actitud y mentalidad positiva hacia todos”, no se le olvida que la camiseta y el escudo no permiten otra cosa: “Tengo muy presente a Unicaja desde hace poco, después de conocer a uno de nuestros chicos, que creció en Calgary, Matthew Neaves, fue allí, y más todavía porque mi padre lo ha entrenado”. Sin más, “yo le admiro y eso también me animó a tal vez algún día hacer lo mismo”. Ese día ha llegado pronto y se siente motivado “para desarrollarme en Almería con la ayuda de Pablo Ruiz, mi nuevo entrenador, con quien estoy deseando trabajar”.
Precisamente su técnico tiene como pasión ayudar a la formación de las jóvenes perlas y hacerlas estrellas consagradas, algo que con Filip no iba a ser menos: “Andrés es un fichaje que, personalmente, me ilusiona; tanto él como su familia han apostado de manera muy importante para que forme parte de nuestro equipo, y es un jugador con un potencial enorme, que queremos que crezca con nosotros en los próximos años y poder ayudarle a desarrollarse al completo”. Su confianza en el chico es absoluta porque “a pesar de su edad tiene unas capacidades técnicas, tácticas y físicas muy buenas”.
Pablo Ruiz dice estar “seguro de que entrenando con los jugadores que tendrá al lado va a darnos muchas alegrías”, textualmente, lo cual encaja con las aspiraciones de un Filip que lo deja claro: “Personalmente, me encantaría tener la oportunidad de crecer en un nuevo ambiente competitivo que me impulse a exprimir lo mejor de mis capacidades para poder ser parte de un equipo de alto rendimiento”. Por ello, está “muy contento” y deseoso de “aportar a un club tan grande como Unicaja Costa de Almería, que siempre lucha por los puestos más altos de la Superliga y tiene una afición que va a luchar como nosotros”.
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