La historia de Lucas Alcaraz con la ciudad de Almería no es precisamente de amor. El ahora entrenador del Granada ha vivido dos etapas en nuestra ciudad tan felices como tristes por su final.
Lucas Alcaraz fue elegido director deportivo primero y entrenador después por, Guillermo Blanes, que le contrató con la Liga del 97 en marcha para ir dando forma al nuevo proyecto. Alcaraz se ganó la confianza de todos, armó el equipo y a la paciencia y los resultados jugaron en su contra y al tercer mes de la Liga lo mandaron a casa.
Enamorado de Almería confeso cuando lo fichó el ahora presidente rojiblanco, Alfonso García, tras el descenso a Segunda, se puso a trabajar con una doble intención: “cumplir el objetivo y que no me pase lo de antes”. Vivía bien en esta tierra con la familia pero el “Lucas vete ya” que le cantaron otras aficiones sonó en el Mediterráneo desde el primer partido de la temporada.
Tras ir ganando bien por 2 a 0 al descanso al Girona el equipo catalán empató en el 94 y se llevó los primeros pitos. La Segunda es tan cruel que pese a tener al equipo siempre arriba y entre los 6 mejores un martes Santo con la Procesión de El Perdón en la calle sonó el móvil de mi mujer para comunicarme que Alfonso se había cargado a Lucas. Serían las once de la noche.
Al día siguiente los capitanes hablaron con el presidente pero no había vuelta atrás. El Boquerón Esteban estaba firmado.
Yo se que Lucas es un buen tipo. Me consta que quiere mucho al Almería. Pero Lucas tiene su corazón y en esta tierra no ha podido terminar dos obras que empezó. Jamás tuvo suerte en Almería. Y les aseguro que habrá una tercera oportunidad y no la desaprovechará.
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