Entre tinieblas se escuchaba su voz. “No quiero decir nada más. Nada más. Lo que he visto en ese momento no lo voy a olvidar en la vida”. Adrian Sutil con el rostro quebrado, casi tartamudeando, intentando contar algo de lo que había sentido en el momento en que ha descubierto a Jules Bianchi tras su grave accidente. Se teme por la vida del joven francés, piloto de Marussia. Es noche cerrada en Suzuka, el paddock está en penumbra, las caras son tristes, el silencio solo se rompe cuando algún piloto habla de lo sucedido, todos han olvidado la carrera, todos piensan en su compañero, nadie en el campeonato, en la victoria o el abandono. Nadie.
Empezó a llover de nuevo con fuerza. Algunos pilotos entraban a cambiar los neumáticos intermedios por los extremos. El tifón Phanfone comenzaba a enviar señales de nuevo sobre esta zona de Japón. Entonces faltaban pocas vueltas para la conclusión del gran premio, era la 44 de 53 cuando Adrian Sutil perdía el control de su Sauber y se iba contra las protecciones. En ese momento los comisarios sacaron una grúa para intentar mover de ahí el monoplaza del alemán. Quizá en ese momento debió salir el coche de seguridad. Probablemente. Lo cierto es que fue entonces cuando en la misma curva, la siete de Suzuka, una de las más veloces, a las que se llega a casi doscientos kilómetros por hora, Bianchi se salió de pista y fue a impactar contra la grúa. Mala suerte. Muy mala suerte. Desgracia. Es cierto que quizá el coche de seguridad antes, pero… la fatalidad estaba ahí, en ese instante, en ese metro, en ese punto. El destino. Fatal.
Salió el safety car, y antes el coche médico, un Mercedes C 63 AMG Estate con Alan Van de Merwe a los mandos y con Jean Charles Piette, delegado médico de la FIA, de copiloto junto a dos médicos japoneses en las plazas trasera. En el maletero de 485 litros de capacidad, un desfibrilador, un aparato de respiración asistida. Con ese coche de 487 CV llegaron en menos de 40 segundos al lugar del suceso. Allí encontraron a Bianchi con el coche metido prácticamente entero debajo de de la grúa. Le intentaron estabilizar y llegó una ambulancia que le trasladó al Hospital de Mie, la capital de la prefectura del mismo nombre donde se encuentra Suzuka. Según la primera información oficial proporcionada por el jefe de prensa de la FIA, Matteo Bonciani, no pudo ser llevado en helicóptero porque en ese momento no podía volar, que Bianchi estaba inconsciente y su estado era de gravedad. Aunque después se precisó que el trayecto no era demasiado largo y su estado hacía preferible ir en la ambulancia por la excesiva presión del vuelo.
Se estableció rápidamente en el paddock el debate sobre la seguridad. Y al respecto habló Niki Lauda. La leyenda de este deporte dijo que “este es un deporte de riesgo, estamos acostumbrados a que nunca pase nada porque la seguridad es muy alta y sigue siéndolo, pero a veces suceden este tipo de cosas. Todo se he hecho de manera correcta, pero ha sido una mala suerte”.
En estos momentos, según las declaraciones del padre de Bianchi a France3, el piloto está siendo operado de urgencia en el Hospital Universitario de Mie de un "hematoma en la cabeza". También la FIA ha confirmado, través de un comunicado, que Bianchi ha sufrido un severo traumatismo craneal, que está monotorizado en todo momento y que después será trasladado a la UCI. Se ofrecerán más informaciones tan pronto como se produzcan novedades.
El piloto francés nacido en Niza hace 25 años, un chico al que todos adoran en este universo ambulante de la F-1, joven, guapo y con talento, estaba en el mejor momento de su carrera e incluso se hablaba de él como posible piloto de Ferrari en los próximos años. Ahora lucha por su vida. Por seguir aquí.
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