Su estética informal encaja en el paisaje de las calles. Cuando sale de la boca del metro de Portazgo para caminar hasta el estadio, se mezcla con los vecinos del barrio. Incluso el blues o el rock que suena en sus cascos le delata como uno más. Nadie diría que se trata de un futbolista con una Libertadores y un Torneo Apertura en su palmarés. Pero así es Cristian Álvarez, de carne y hueso, antítesis del glamour y del modo de vida de las estrellas. El guardián del Rayo, el portero del pueblo. “A mí me parece que soy natural. Puede que salga un poco de los parámetros, pero tampoco me veo que rompa completamente. Quizá choque un poco por mi manera de vestir y demás”, afirma.
Viaja en metro o en su Smart
Cristian Álvarez vive en el centro de Madrid y cada vez que el Rayo entrena en el estadio acude en metro ataviado de su música o de un libro. “Hay gente que me reconoce, pero hago vida normal. El hecho de utilizar el metro lo demuestra. Me deja en la puerta del estadio, pero también lo uso para moverme por la ciudad”, explica. “Por Tribunal tengo vida, cines y teatros, lugares para comer....”, señala en otro gesto de normalidad. También rompe moldes cuando a la Ciudad Deportiva llega con su Smart. “Lo tengo por comodidad, quería un coche pequeño por vivir en un lugar de difícil acceso. Además, como nunca fui meticuloso con el coche y generalmente lo rayo, así me amargo menos”, bromea.
Un día a día alejado de la fama
El portero del Rayo agradece las labores cotidianas que le diferencian de los cracks del Madrid o del Barça. “Yo sí voy al súper, compro en los chinos... No es comparable lo que representan ellos para la sociedad y lo que representa Cristian Álvarez. Su nivel de reconocimiento público es muy grande. Pero la verdad, no me gustaría tener esa fama”, reconoce. “La posición del fútbol en la sociedad nos lleva a un nivel mediático y estaría bien darle un punto de normalidad, como en los años 60 y 70, sacarlo del show. Antes se jugaba en la calle y lugares humildes y hoy se le está dando un estatus en la jet set que no le corresponde”.
Cristian Álvarez
Un amante de las artes
Las aficiones de Cristian rompen el estereotipo del futbolista. “Lamentablemente sí”, reconoce. “Me gusta el arte: el cine, la música, el teatro. He tenido compañeros que leen mucho sobre fútbol, biografías de deportistas”, comenta. “Yo leo a Steinbeck, Hermann Hesse me ha gustado mucho, John Fante con ‘Espera a la primavera, Bandini’ o ‘Pregúntale al polvo’, Bukowski ¡lo que me ha hecho reír el viejo ordinario!, Louis-Ferdinand Céline y ‘Viaje al fin de la noche’ me parece fabuloso…”.
Otro camino hacia la felicidad
Pese a ser una rara avis en un vestuario, el argentino no solo aprende de los libros. “Hay gente que te sorprende, aunque sé que hay un prejuicio grande hacia los futbolistas. Hay una imagen de personas jóvenes y con dinero. Yo también tuve momentos de querer experimentarlo, pero hoy estoy en otra etapa. No quiero un coche de puta madre, grandes relojes, ropa de marca…. Cada uno encuentra la felicidad a su manera”, expone.
Rockero, bluesero y tanguero
Apenas toca la armónica, pero eso no le impide llevar la música en sus venas. “Para ser rockero no hace falta tocar la guitarra y tirarse al suelo. Es una filosofía. Aunque también me hubiera gustado subir a un escenario”, señala. No es el único estilo que le seduce. “El tango tiene muchas similitudes con el blues. Es una música que nace de la melancolía, la nostalgia, el dolor y la derrota. Soy más bluesero que rockero”, sentencia.
Del Che Guevara a Marx
Cristian tampoco es indiferente a la historia: “Del Che admiro que en su ideología hay valores muy elevados. No comparto la violencia, la rechazo. Y era muy utópico todo. Pero es una personalidad que todos los humanos deberíamos, al menos, estudiar”. Y añade: “Luchó contra el imperialismo americano, o sea contra el mundo, con una fuerza política opuesta, pero creo que más que la bandera del comunismo levantaba la del marxismo, la teoría de Pavlov… Yo leía a Marx y le amo, quiero eso para el mundo, pero luego el hombre es muy diferente y no sabes por dónde te va a salir”, reflexiona.
Cristian Álvarez
Vallecas, el hábitat perfecto
Si en algún lugar encajan los valores del meta argentino ese no es otro que Vallecas. “Lo noté desde que llegué. Me cautivó en muchos sentidos, los valores que pregonan, su filosofía un poco antisistema, rebelde sin causa, punk…. Lo prefiero antes que la burguesía de otros lugares”, justifica. Se siente como en casa. “Hay un trato mucho más cercano, humano, en esencia”.
Las relaciones, en la calle
Tampoco las redes sociales acercan a Cristian al arquetipo futbolero. “No tengo. Hace cinco años tenía Facebook, pero me quitaba mucho tiempo”, justifica. “Es una herramienta que si se usa bien es importante para la relación y para despertar las conciencias”, señala. “Pero hay otra parte, cuando se mal utilizan: el hombre empieza a relacionarse a través de la máquina y la tecnología. Y se pierde el contacto con el prójimo y su naturaleza”.
Un canalla’bajo palos
Cristian Álvarez también es diferente bajo palos, pues desde que está en Vallecas juega con mallas para no enseñar las rodillas. “Es una manía, las tengo normales. Antes me subía las medias”, aclara el canalla, sobrenombre por el que se conoce a los de Rosario Central. Su llegada desde Tiro Federal, a los 15 años, también fue atípica, pues con el dólar disparado y el corralito en Argentina fue tasado en el valor de la gasolina ante las dudas.
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