Para un amante de la música clásica, el Atleti-Valencia fue un suplicio. Ni delicadeza, ni elaboración, ni sentimiento. Si a cambio les gusta el heavy, disfrutarían del partido: intensidad, golpes y músculo. Welcome to the jungle, que cantaría Axl Rose. Y enredados en esa jungla se quedaron ambos equipos, con un punto que a los rojiblancos les sabe a rayos y a los che a cerveza sin alcohol, que no es repugnante, pero tampoco te llena. El tren de la Liga hacía parada en el Manzanares y no se subió nadie. Se pusieron a discutir y se les pasó la hora.
Con Griezmann sancionado, Simeone dejó a Mandzukic en el banquillo en un toque de atención muy serio al croata, gran titular, incómodo suplente. Asumía el Cholo un riesgo saliendo en un día grande sin 26 de sus 50 goles en Liga (14 del francés y 12 del croata). Durante una hora, la que le duró la gasolina a Fernando Torres, la apuesta del argentino pareció ganadora, con el Niño y Raúl García ganando la mayoría de balones aéreos y aguantando los choques con un Otamendi que, probablemente, este hecho de algún mineral indestructible aún por descubrir. A falta de fútbol, el partido se movía por asaltos ganados.
El primer aviso lo dio Negredo con un remate acrobático desviado a los 4 minutos, pero fue una falsa alarma para el Atleti: el Valencia no volvió a asomarse al área de Moyá hasta el último cuarto de hora. Le bastaría, porque la temporada del portero va a menos, de impenetrable a vulnerable. Pero hasta entonces, mandó el Atleti con Torres ejerciendo de líder: no es el que fue, pero lo que queda es aún mucho.
Y, por supuesto, se notó el regreso de Koke al once titular. Hace tantas cosas, no todas vistosas, que a veces te das cuenta de que está, pero siempre eres consciente cuando falta. Con Juanfran en modo Correcaminos y Arda poniendo algún momento de pausa en el caos, el Atleti fue aproximándose a Alves. Como Siqueira ha convertido al Atleti en un equipo totalmente asimétrico, la responsabilidad de frenarle recayó en Gayà, que cumplió de sobra en defensa y se permitió dar salida al Valencia cada ratito. Fantástico lateral.
Lo que no pudo evitar Nuno es que el Atleti se reconciliase con el balón parado. Tras un par de avisos, Koke marcó el 1-0 en el 33’ tras una falta sacada por Gabi que peinó Torres, dejó atrás Tiago con el hombro y remató de maravilla el canterano. La pizarra del Cholo no estaba muerta, sólo dormida.
En la segunda parte, el concierto subió aún más de volumen. Tanto, que no se oía nada excepto ruido. Jaime Latre se defendió como pudo en un partido complicadísimo, del que salir sin liarla ya es elogiable. Para ello, tiró de disciplina rigurosa: 41 faltas, 13 tarjetas amarillas y una roja, a Javi Fuego por doble amonestación ya muy al final. Entre choque y choque, el Atleti parecía controlar la situación y pudo sentenciar en el 70’, cuando Tiago, a placer y desde muy cerca, estrelló en el larguero lo que era un gol cantado. El ruido de la madera despertó al Valencia.
Sin Torres ni Koke ya en el césped para darle una salida y con Mandzukic ofuscado, los rojiblancos recularon hasta convertirse en sus peores enemigos. Giménez rozó el autogol y Godín salvó con apuros un malentendido con el portero. El Valencia, que no había tirado a puerta, vio luz al fondo del túnel y se lanzó a por ella con la ayuda de Moyá, que titubeó en una falta lejana lanzada por Parejo, no acertó a despejar y el balón, tras dar en el larguero, cayó a Mustafi cabecear el empate. Quedaban doce minutos, pero ninguna energía. Aguantó el empate y el tren se marchó vacío.
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