Fue el único momento en el que Lewis Hamilton perdió el gesto de ganador que se le ha quedado congelado en el rostro. Charlize Theron paseaba por la parrilla con un traje blanco de Armani, el pelo rubio, el gesto de diosa y el campeón del mundo que mira a la diva y pierde toda concentración. Normal. Tras el instante de hadas sobrevolando el circuito, el británico vuelve a mirar a su coche, a ese Mercedes que le hace feliz, se sube y fija la vista en la recta de salida. Esa misma que 58 vueltas después iba a cruzar en el mismo puesto en el que salía: primero. No tuvo Lewis ninguna oposición, ni siquiera de la su compañero Nico Rosberg, que llegó a estar a algo menos de dos segundos, pero en ningún momento pareció ser una amenaza.
Diferencia de talento se llama, entre un muy buen piloto y uno de los grandes, un genio. Así son las cosas. Lewis acariciaba su coche al terminar, como un jinete su caballo, saludaba a su colega Nico y esperaba al tercero. Y ahí es donde estaba Sebastian Vettel. El alemán, podio en su primera carrera con Ferrari, empieza bien y diciendo Forza Ferrari a la radio al cruzar la línea de meta. Así acabó todo, pero la carrera, más allá de los dos primeros puestos, tuvo mucha historia. Y un español en los puntos…
En la salida Sainz toca ligeramente a Kimi Raikkonen y queda con el alerón dañado, pero es que después el finlandés apena acaricia a Nasr que da a Maldonado y el venezolano se queda fuera de carrera. Sale el coche de seguridad. En ese momento Sainz, que salía octavo, es quinto tras una gran salida. Hamilton, Rosberg, Massa, Vettel y Sainz. Así de bonito. Pero después empiezan a verse las carencias del motor Renault de su Toro Rosso. Y le pasan sin problemas Nasr, Ricciardo y después Raikkonen. Octavo, con Verstappen detrás, aunque rodando visiblemente más lento que el madrileño, peores neumáticos para el holandés, fallos en la entrega de potencia del propulsor y alerón roto para el español.
A partir de ahí Sainz entra en la vuelta 25 a cambiar neumáticos. Y se queda sin carrera. O casi. Era quinto y sale último a casi un minuto y medio de Hamilton, líder de la prueba. Pierde más de 32 segundos con respecto al resto teniendo en cuenta lo que dura un pit stop normal en este circuito, la rueda trasera izquierda no quería ajustarse y no hubo manera de perder menos tiempo. Una pena. Sí. Porque Sainz estaba en disposición de haber acabado entre los seis primeros, como De la Rosa en su debut en 1999 con aquel Arrows. Después de eso sólo le quedó intentar pasar a Pérez, no pudo con el motor Mercedes del Force India aunque al final paró en boxeo el mejicano y le pasó e intentar aguantar a Ericsson con un Sauber velocísimo, tampoco pudo. Finalmente noveno, en los puntos en su primera carrera, algo que pocos españoles pueden decir en su debut en Fórmula 1.
Por arriba Vettel que podía con Massa para llegar a su primer cajón de rojo y poder saludar a Arnold Schwarzeneger, otro héroe de Hollywood en Albert Park, encargado de las entrevistas del podio. Buena carrera del alemán, aunque aún más destacada la de Nasr, quinto por delante de Ricciardo en su debut. ¿Y McLaren? Pues ahí están. El coche de Magnussen no pudo salir a la carrera por problemas de motor en la vuelta de instalación, tampoco lo hizo el Red Bull de Kvyat, y Jenson Button terminó último, pero acabó la carrera con una vuelta final a menos de dos segundos de la que hizo Hamilton. Mal, muy mal. Pero con una mínima esperanza. En quince días, Malasia. Y allí estará un asturiano que se moría de nervios en Dubái mientras veía a sus compañeros en la pista. Ahí estará Alonso. Fernando. Esperemos…
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