Retomó el Barça la Liga donde la dejó ante el Madrid. Sufriendo como perros en la primera parte, capeando el temporal de juego del rival de inicio y solucionando el partido en el segundo tiempo gracias a la estrategia y los pulmones. Sin jugar un pimiento, el Barça sigue líder con cuatro puntos sobre su inmediato perseguidor. Los nueve goles del Madrid al Granada al mediodía fueron neutralizados por el tanto de Mathieu de cabeza, que valió igualmente tres puntos que le sirven al Barça para descontar una jornada y seguir con cuatro de ventaja sobre su inmediato perseguidor. Ganó el Barça por 0-1 en un partido que tiene dos lecturas: una es que al Barça le falta juego, la otra, es que no le hace falta juego para dominar en la Liga... al menos, de momento.
Luis Enrique quiso regresar al campeonato liguero con otro alarde de alineación en la que optó por jugarle al Celta en base a los duelos individuales con la desgracia de que en la primera parte, los jugadores del Barcelona los perdieron casi todos, especialmente en el centro del campo, donde Iniesta sigue sin encontrarse y Rafinha gripó lamentablemente.
Lo que pasa es que el Barça, más allá de sus deficiencias tácticas y técnicas, tiene a su favor un gran don: es un equipo dificilísimo de ganar. Da la sensación de que los de Luis Enrique no se enteran de lo que pasa en el campo, que no construyen, que no dominan ni el juego ni el territorio, pero todo es una trampa en la que, por ahora, van cayendo los rivales como jilguerillos. Cuando el oponente empieza a creerse que tiene al Barça a punto de caramelo, saca el gigante blaugrana un uppercut de no se sabe dónde y noquea al rival en un decir Jesús. Lo hizo ante el Madrid y lo repitió ante el Celta en un partido que valía un potosí. Está por ver si la fórmula funciona en los dos meses que restan. Lo que está claro es que si no matas al Barça cuando lo tienes medio lelo, es el Barça el que te acaba matando de cualquier manera.
No es ya el Barcelona un equipo aristocrático que rete a los rivales a un duelo a florete en un descampado al amanecer, es un equipo guerrillero que te pilla en un callejón oscuro y te da matarile cuando menos te lo esperas. Ya puedes hacer como el Celta y tenerle contra las cuerdas gracias a las habilidades de Nolito, la salida de balón de Fontás o el trabajo táctico de Augusto Fernández, que siempre habrá un Mathieu para darte el pasaporte en una jugada a balón parado.
El inicio del partido fue equilibrado y Bravo ante Nolito y Sergio ante Messi fueron los jugadores más destacados de sus equipos. A medida que avanzaba el partido, el Celta acorraló al Barcelona, que tuvo momentos de oprobio hacia el final de la primera parte, cuando únicamente Busquets y Piqué mantuvieron a flote a la escuadra blaugrana.
La entrada de Xavi en la segunda parte, después de que se le anulara un gol a Neymar tan discutible como el penalti que se le obvió al Celta en el primer tiempo, puso un poco más de orden en el cuadro barcelonista. De las botas del de Terrassa salió el centró que Mathieu encajó en la escuadra del equipo local y que vale tres puntos de oro para un Barça que juega a algo impensable hace poco tiempo, pero que de momento resulta sorprendentemente efectivo.
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