Hasta el aficionado más tranquilo se pone nervioso cuando quedan dos jornadas para el final de la temporada. El de Sevilla fue el último desplazamiento de una travesía que se inició en pleno agosto visitando el Coliseum Alfonso Pérez, de Getafe. Desde aquel día hasta ayer, han pasado muchas cosas, sobre todo en el banquillo, con tres cambios de entrenador. A las 5 de la mañana desde la explanada del Juan Rojas, los seguidores rojiblancos partían rumbo a la capital hispalense para vivir en primera persona el penúltimo partido de Liga.
Tensión
El Almería viajaba a Sevilla dependiendo de sí mismo, pero el calendario es el más duro de la zona baja y era inevitable coger el teléfono móvil, mirar la clasificación y hacer cuentas de permanencia. No se fiaban del Granada, que con dos victorias consecutivas, había entrado de nuevo en la pelea. Casi nadie contaba con el Eibar, que este domingo recibe en Ipurúa al colista, el Córdoba.
En el autocar de Milhojas también viajaban Orgullo Almeriense y Sotanillo Ortiz Bernal. Los más veteranos, los que llevan más kilómetros y temporadas en el cuerpo, aguantaron mejor la presión del momento. Hubo quienes durmieron, y otros que combatían como podían la presión de la clasificación.
Al llegar a Sevilla, a mediodía, la temperatura no invitaba a estar mucho tiempo al sol, pero había que darse una vuelta por los alrededores del Sánchez Pizjuán, almorzar y entrar al recinto y ver el encuentro contra el Sevilla de un viejo conocido: Unai Emery. Precisamente, el entrenador que logró el primer ascenso con el Almería UD, y la mejor campaña en Primera División, podía asestar un duro golpe a su antiguo club.
Juan Basora, habitual viajero, nunca se deja la radio en casa, sino que se lleva a todos los desplazamientos los cascos para escuchar el Carrusel Deportivo.
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