¡Viva el Mármol, viva mi equipo!

El eterno presidente volvió al Estadio que lleva su nombre a vivir un nuevo ascenso

La cantera tuvo su lugar en la Ciudad Deportiva.
La cantera tuvo su lugar en la Ciudad Deportiva.
Manuel León
14:25 • 30 may. 2015

A sus 88 macaleros años, Pedro Pastor Medina, el Medecis de Los Filabres, aún se levanta del asiento del Estadio que lleva su nombre para gritar ¡Viva el Mármol! ¡Viva mi equipo! ¡Viva mi pueblo y mi comarca! Volvió Pedro a su campo de juego, a la Ciudad Deportiva que lleva su nombre para ver ascender de nuevo a un equipo que ha hecho historia, el Comarca del Mármol: una de las pocas experiencias, quizá la única en España, en laque tres poblaciones (Macael, Fines y Olula) se unen para federar a un solo equipo que ya ha ascendido a Tercera División.
Fue testigo de excepción Pedro Pastor, una de las leyendas futboleras de esa comarca de la piedra natural. Él fue,  en sus años mozos, jugador, entrenador y presidente del Macael, al que llevó en volandas, junto a un entrañable equipo de jugadores y aficionados, hasta la Segunda División B. Alrededor de un millar de seguidores se acercaron hasta el Estadio, situado entre canteras de noble mármol, para arropar a un equipo que empieza a recordar al glorioso Macael, al equipo de Pedro el Grande. Allí estuvo él para presenciarlo en primera persona, en una mañana de sol rotundo,  en la que la directiva presidida por Juan González Uria le entregó una placa en reconocimiento a su labor como mecenas del equipo durante tantos años.
 También realizó el saque de honor, con una derecha que aún le funciona, con la que en su tiempo pateó algún que otro balón de reglamento en el Sans y en el Horta, que era entonces filial del Barcelona, en sus tiempos de estudiante en Cataluña.
Cogió el micrófono, Pedro, para dirigirse desde la hierba verde, emocionado, a los aficionados, a sus aficionados, de toda la vida, muchos hijos de los que a él le acompañaban por esos campos de Torreperogil o Cártama o Iliturgi, para intentar llevar al Macael a lo más alto. Agradeció, con voz trémula, el cariño de su gente, protegido por un sombrerete de paja, y subió al palco rotulado con su nombre y apellidos para sentarse junto a su amigo Pepe Cosentino y junto a los alcaldes y concejales de Macael y de Olula.
Allí, a la sombra, Pedro el Grande disfrutó cómo un niño viendo cómo iban llegando los goles del equipo de sus amores al Atlético La Zubia y cómo después los jugadores festejaron la victoria y el ascenso directo. Fue un día que este Bernabeu, este Samitier de la sierra almeriense nunca olvidará, y que le hizo rejuvenecer 30 años atrás.











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