André Greipel logró su cuarta victoria en la 102ª edición del Tour de Francia, al adjudicarse la última etapa en una lluviosa París. Es el sprint más prestigioso del año, pero también el que tiene menos repercusión mediática. La afición dirige rápidamente su mirada al maillot amarillo, que culmina su coronación en los Campos Elíseos. En 2015 es el turno de Chris Froome, que reedita su victoria de hace dos años, con 1:12 de ventaja sobre el colombiano Nairo Quintana y 5:25 sobre Alejandro Valverde. El primer paso por la meta (km 41) marcó el tiempo de la etapa para evitar accidentes, por lo que la revoltosa bolsa que obligó a cambiar de bicicleta y rezagó al líder en pleno apogeo parisiense se quedó en una simple anécdota. El Sky se tributó un autohomenaje en la meta, que cruzaron todos abrazados.
Froome se quejó el año pasado cuando conoció el recorrido de 2015, con sólo una contrarreloj de 13,8 kilómetros. Incluso meditó darse de baja como protesta por el trazado, pero luego se lo pensó mejor: el Tour es mucho Tour. Y gracias a ese cambio de opinión, este domingo ha escuchado el ‘God save the Queen’ por segunda vez en los Campos Elíseos. Froome cimentó su victoria en el abanico de Zelanda (2ª etapa) y en un ataque brutal en la Piedra de San Martín (10ª), la primera llegada en alto de los Pirineos. Luego supo administrar su amplia ventaja, especialmente en las dos últimas etapas de los Alpes, donde Nairo le recortó 1:58. Al británico le salió bien su estrategia de comenzar muy fuerte la carrera. Junto al maillot amarillo, en París lució también el maillot a lunares de la Montaña.
Nairo Quintana acompañó por segunda vez a Froome en el segundo peldaño del podio. Ya lo hizo en su debut, en 2013. Este año ha vuelto a la carrera con más experiencia, después de ganar el Giro en 2014, pero no ha podido librar el último escalón. La primera semana del Tour se presentaba como su gran obstáculo, con viento, pavés, contrarreloj (individual y por equipos)… Y los temores se cumplieron al segundo día, cuando cedió la mayor diferencia de toda la carrera: 1:28 en el abanico de Zelanda. El colombiano había preparado el Tour para alcanzar su cénit de forma en los Alpes, lo que a la larga también le perjudicó, porque perdió 1:10 en el primer envite pirenaico. En su terreno. Esas dos jornadas le han costado la victoria.
Alejandro Valverde, un veterano de 35 años, completó el cajón. Lo ha celebrado con lágrimas en los ojos, en una imagen impactante por tratarse de un ciclista con un dilatado palmarés: Vuelta a España, Lieja-Bastoña-Lieja, Flecha Valona, San Sebastián… El motivo de que el murciano celebre con tanta pasión una tercera plaza es que el Tour siempre ha sido la carrera de sus sueños: "Subir ahí es un honor". En la pasada edición se bajó del podio en el último suspiro, pero en la actual ha corrido más liberado, al servicio de Nairo, y esa falta de presión le ha ayudado a alcanzar sus mejores prestaciones.
El maillot blanco de mejor joven, que se enfundó Nairo Quintana, y la clasificación por equipos redondean la cosecha del potente Movistar, que sin embargo se marcha sin haber ganado ninguna etapa. Siempre quedará la duda de qué podría haber conseguido la escuadra telefónica si hubiera mostrado la misma ambición en el resto del Tour que en su majestuosa penúltima etapa en el Alpe d’Huez. Purito Rodríguez (Katusha), vencedor en el Muro de Huy y en Plateau de Beille, y Rubén Plaza (Lampre), en Gap, lograron las tres victorias españolas.
El Tour deja también la imagen de dos grandes campeones derrotados. Por un lado, Alberto Contador, que termina en quinta posición. El líder del Tinkoff se había planteado el ambicioso reto del doblete Giro-Tour, que se le ha hecho muy cuesta arriba. La fatiga acumulada en Italia, donde tuvo más oposición del Astana de la esperada, le ha privado de luchar por la victoria. Aun así, ha sacado su casta de campeón en varias ocasiones y ha atacado incluso sin buenas piernas. Contador ha extraído conclusiones de la experiencia y la próxima temporada volverá a preparar el Tour como primer y gran objetivo.
El otro derrotado es Vincenzo Nibali, el defensor del título, que cedió todas sus opciones en la primera mitad de la carrera. En la última semana se rehízo y pudo desquitarse con una gran victoria alpina en La Toussuire. Incluso llegó a amenazar el podio de Valverde, pero en las primeras cuestas del Alpe d’Huez recuperó su mal fario y sufrió una avería que le condenaron a la cuarta plaza.
Otras conclusiones de la carrera nos llevan al ciclismo francés, que se las prometía muy felices después de colocar a dos corredores en el podio del año pasado: Péraud y Pinot. En un recorrido más afín no han sabido confirmar la eclosión. Los mejores clasificados han sido Romain Bardet y Pierre Rolland, noveno y décimo, respectivamente, a 16:00 y 17:30 minutos. En las primeras 17 etapas sólo habían conquistado un triunfo: Alexis Vuillermoz, en el Mûr de Bretagne. Las victorias alpinas de Bardet, en Saint Jean de Maurienne, y Thibout Pinot, en el Alpe d’Huez, terminaron por levantar la moral de las tropas para 2016. Simbólicamente, el veterano Sylvain Chavanel ha cerrado la clasificación con el farolillo rojo.
Un último personaje es Peter Sagan, presente en el podio de los Campos Elíseos con el maillot verde por cuarto año consecutivo. El eslovaco ha sido uno de los ciclistas más combativos de la carrera, aunque este premio finalmente se lo ha llevado Bardet. Ni al sprint, ni en repecho, ni escapado ha logrado romper su racha negativa, que le mantiene sin triunfos en la Grande Boucle desde 2013. En este 2015 se ha clasificado cinco veces quinto.
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