—Hace un año le preguntaba: ¿A qué sonará su Carrusel? Me dijo: “Espera que lleve diez o quince”. Le vuelvo a preguntar ahora: ¿A qué suena?
—A tres cosas. Una, la emoción del deporte. Eso hay que respetarlo siempre y era uno de mis primeros objetivos. Otra, a ritmo, al que la música aporta mucho. Y la tercera, a humor.
—También decía: “Quiero que mi ‘Carrusel’ suene a fútbol”.
—Sí, sí. Esa es la base. No se puede concebir un programa de radio deportiva todo cachondeo o un maremágnum de gente hablando. No. Carrusel debe ser ordenado y respetar la prioridad del fútbol. El que escucha Carrusel debe enterarse de todo y emocionarse con el deporte. Eso es lo principal.
—Como en el fútbol, este verano tuvo altas y bajas. Hábleme de ellas.
—No tantas. Maldini ha emprendido otro camino y elegimos a Axel Torres. El año pasado estuvimos a punto de hacerle una oferta. No sólo por el fútbol internacional, sino por su perfil más allá. Viaja, escribe libros, le gusta la música... Y Los Planetas, un grupo muy del programa (sonríe). Le dará a la sección un contenido que antes no tenía.
—¿Le costó convencerle?
—Nada. Quedamos un día para tomar unas cañas y nos tiramos tres horas hablando de fútbol, música y radio.
—También han fichado a Joaquín Prat. Su padre fue el primer animador de Carrusel...
—En la dirección de la Ser ya se había pensado en él. Trabajó en Hoy por hoy antes de la tele y había colaborado conmigo en Ser Deportivos. Cuando surgió su nombre pensamos que era el indicado. También está el factor sentimental, con la diferencia de que él no puede ser igual que su padre. Los tiempos han cambiado. La narración y la comunicación son diferentes.
—¿Qué puede aportar al programa?
—Su alegría innata. Es un tío súper llano, accesible y normal. Y eso queremos que le dé.
—¿Han escuchado alguna animación de su padre con él?
—No, no, pero nos reíamos el otro día porque en vez de un: “A comprar” le salió un: “A jugarrr”. Y le digo: “¿Cómo que a jugarrr?”. Y dice: “Bueno, a comprar o a jugar... ¡Es lo mismo!” (risas).
—Segundo año. ¿Objetivos?
—Abrirlo aún más a todos los públicos. Un oyente nos decía que en su coche lo escuchan él, su mujer y los niños y que a todos les gusta. Esa es la clave.
—¿Cómo hace su Carrusel?
—Una de las cosas que yo asumí cuando me pusieron al frente, fue: “Esto necesita mucho trabajo durante la semana”. No puedes venir el sábado, sentarte y dar paso a los partidos. Cuando eran todos a la misma hora estaba hecho. Pero ahora hay uno a las cuatro, otro a las seis y otro a las diez. Y, si en esos partidos no hay emoción, la materia prima debes aportarla tú. Por eso se prepara toda la semana. Con correos, con whatsapp... No tienes un momento de desconexión.
—¿Se volverá a lo de antes? ¿A los cinco partidos a la vez?
—Eso lo veo muy difícil. Creo que, ahora, con la diversificación de horarios de las televisiones, no hay marcha atrás.
—¿Hay algo bueno en eso?
—Que te obliga a estrujarte el cerebro. Antes no hacía falta. Pero ahora tienes que llenar minutos, y llenarlos bien. Activar las neuronas, inventar, probar. Y eso es bueno para la profesión. A mí, en la radio, siempre me ha gustado inventar.
—El humor de Raúl Pérez es una de las aportaciones de su Carrusel más aplaudidas...
—Raúl trabajaba en Anda Ya y, cuando yo hacía Ser Deportivos, nos cruzábamos por los pasillos y hablábamos del Madrid, del Atleti… Un día le dije: “¿Oye, por qué no hacemos un Mourinho?”. Yo le escribía los guiones y él venía, grababa y se marchaba. Cuando llegué a Carrusel no lo dudé. Tiene un registro impresionante. Hace poco vino y me dijo: “Tengo a Benítez”. “¿Benítez? Si acaba de llegar”. Y lo borda. Tiene un talento innato, una imaginación brutal. Y ya no le escribo los guiones. Viene él con canciones, sketchs... Intentamos que sus imitaciones siempre entren para aportar humor ácido, ironía, mala leche y retranca. Nada de bromas zafias o banales.
—¿Alguno de sus imitados les ha dicho algo?
—El último que se escuchó a sí mismo fue Eduardo Inda. Joaquín le pasó una imitación en la que, el otro Inda, el de Raúl, contaba que lo de De Gea no se hizo porque el empleado del United con el fax andaba jugando al Candy Crush y había retrasado el reloj para ganar vidas... Le encantó. Se partía de risa.
—¿Y qué dice el Florentino de Carrusel del no-fichaje de De Gea? ¿Algo que no se sepa?
—Pues lo mismo que el otro Florentino: ¡Que fue culpa del United...! Pero es que yo el asunto De Gea, por muchas vueltas que se le dé, sigo pensando que alguien no tenía interés en hacerlo. ¡Estamos en el siglo XXI! Si cuando quedaban ocho horas todos hubieran tenido interés en cerrar la operación, se hubiese cerrado.
—¿En sus 21 años como periodista alguna vez vio algo así?
—No. Había visto fichajes muy difíciles que al final se hacían, pero no fichajes que todos querían hacer y no se hacen.
—Casillas fue la otra gran noticia del verano.
—Eso era algo que, evidentemente, tenía que suceder. La situación era insostenible. Llevábamos una temporada que íbamos al Bernabéu y lo primero que era noticia eran los pitos a Casillas. Debió irse hace tres años. Ahora se le ve feliz.
—¿Qué Liga viene?
—Una atractiva y con muchas incógnitas. La primera es cómo Benítez hilvanará el ataque del Madrid. Aunque, poner a la BBC, siempre tendrá partidos buenos, con espacios, como ayer.
—¿Le gusta?
—Sí. Es un obsesivo del trabajo y, creo, no le costará tomar decisiones para ordenar al equipo. El Madrid en los últimos años ha tenido un problema: “Arriba deben jugar estos tres y luego ya veremos”. El mejor Madrid que yo he visto en tiempo fue cuando Bale se lesionó y se jugó con cuatro centrocampistas. Superlativo. Yo esperaba que Benítez dijera: “Jugaremos con cuatro centrocampistas, como ha hecho el Madrid toda la vida”. El Bernabéu ya no sólo quiere ganar.
—¿Y al Barça? ¿Cómo lo ve?
—Con una incógnita: ¿cómo estará Messi? El año pasado llevó al Barça a todo, pero ha tenido unas vacaciones mínimas y me parece imposible que rinda al nivel del año pasado todo la temporada. Y a ver cómo acusa eso el Barça, sin poder tirar de banquillo hasta enero.
—¿Dará guerra el Atleti?
—Ha hecho equipo para eso, para intentarlo...
—¿Le recuerda a lo de las radios hace tres años lo que ha pasado ahora con los resúmenes de las teles?
—Hay una cosa diferente: entonces La Liga quería cobrar a todos pero no había vendido una exclusividad. Ahora sí lo ha hecho. Pero en su afán por explotar la vaca hasta el último litro, impone al resto unas condiciones de información exageradas y raquíticas. Lo de los 90 segundos es injusto. Deberían revisarlo.
—¿Tiene recuerdos de Carrusel de cuando era niño?
—Recuerdo estudiar con Carrusel. No sabría decirte si lo hacía Valbuena o Brotons. “Voy a ver cómo van los partidos”, me decía. Y me concentraba hasta que sonaba goool: “¿Gol? ¿De quién?”. Ese es mi recuerdo. El gol, el sonido del penalti, la compañía de un domingo. Mi generación creció con ello.
—Entró en la Ser en cuarto de carrera y empezó en deportes. ¿Su primera noticia?
—Empecé a hacer información del Madrid porque Roberto Goméz se fue y su hueco lo cubrí yo. Pero lo primero… No lo recuerdo. Bueno, una vez, en Ser Deportivos, que presentaba Paco (González), yo venía de la Ciudad Deportiva con todo escrito: “Míchel se ha entrenado hoy y...”. Y, cuando iba al estudio, llegó Roberto Gómez por detrás y me quitó los papeles para lanzarme a la piscina y que hablara sin leer. Mira, tuve un momento que me faltaba el aire... Pero lo hice, lo hice (sonríe).
—¿Le faltó el aire con su primer EGM al frente de Carrusel?
—Salió muy bien y recibí muchas felicitaciones. El EGM pone a la gente muy nerviosa, pero yo intento mirarlo con distancia. Cuando empecé a hacer Carrusel me preocupaba hacer un buen producto. Es un programa con mucha repercusión y había dudas. “Ahora viene éste, a ver qué cambia”. O: “¿Será capaz de sostenerlo?”. Así que mi objetivo era empezar y que la gente dijera: “Me gusta, me entero, trata bien al fútbol y no copia”. Y creo que lo hemos logrado. Habrá a quien otros les gusten más, pero no creo que nadie diga que Carrusel es un mal producto.
—¿Le ha cambiado mucho la vida Carrusel en este año?
—Sobre todo el tiempo que te ocupa. El domingo terminas y te vas a casa pensando en qué no te gustó para que no se repita. Ahí es una labor dura.
—¿Y puede dormir?
—Realmente sí. Me tomo un Cola Cao y duermo siete horas. Descargo la adrenalina con sueño. Es lo más reparador.
—Cuénteme cosas que el oyente no ve, como por ejemplo: ¿qué cenan?
—Ahora nos hace mucha gracia que Joaquín Prat viene y se trae tuppers enormes con gazpacho, paella, fideos chinos, sandía... (ríe). Nosotros no. Yo a veces traigo un sándwich, a veces piden pizzas... Pero es que, a mí, cuando estoy en antena, no me gusta comer. Al hacer la digestión, inevitablemente, tu cuerpo necesita energía y te vienes un poco abajo. Así que Carrusel es mucho más de Coca Cola y cafés. No hay tiempo de disfrutar una comida, así que es mejor no preparártela.
—¿Alguna anécdota?
—Luis Suárez nos ha hecho reír mucho. Tiene 82 años y una energía tremenda. Un día estábamos en un partido de Champions del Barça y él, en su salón, tiene el RDSI enfrente del televisor para comentar. Pero ese día esa tele no le iba y debía ver el partido en la cocina, pero, claro, allí no tenía el micrófono. Entonces, cuando cantábamos gol, se escuchaba una voz de fondo que iba acercándose por el pasillo: “¡Es que no puede ser Luis Enrique...!” (risas). No veas el cachondeo.
—¿De su Carrusel, que es lo que a usted más le sorprende?
—Me ha gustado mucho, cómo, la gente del fútbol, estrictamente de fútbol, han admitido como buena la parte del humor y la música. Gente como Valdano o Kiko, que no tienen nada que ver con ello, han visto que aporta. Y eso me gusta.
—Le preguntan a menudo con qué canción definiría a Messi o Cristiano. ¿Y a usted: alguna le puede definir como director de Carrusel?
—Me gusta la que ponemos para abrir el programa. Una de The Vaccines, Wreckin’ Bar (Ra ra ra). Tiene ritmo, energía, diversión. Te la pones a las tres de la tarde y te animas.
—La buena música le define. ¿Cómo arraigó en su vida?
—Una vez, cuando yo tenía siete años, fui con mi familia a por un radio cassette de doble pletina a Ceuta. ¡Entonces todo el mundo iba allí a comprar electrónica! Aquel día compramos también unas cintas de los Beatles... Aquella era una música que no se escuchaba en la radio de entonces y fue, un poco, como abrir la mente.
—En la fusión de la música y el deporte en la radio usted ha sido, casi, pionero.
—En Carrusel siempre se ha escuchado buena música. Pero, quizá, yo le di una radicalización extrema en Ser Deportivos. Presentaba los temas con Arctic Monkeys y la gente me decía: “¡Pero cómo pones eso a las tres de la tarde!”. Pero fue bien, la gente se acostumbró y, si cambiabas la canción, te pedían que no. Yo hago Carrusel porque Ser Deportivos fue un buen programa. Y el primero donde la música estaba en todas las partes. Pero eso forma parte de mi manera de entender la radio; agradable, entretenida. Y la música ayuda. La hace dinámica, ágil, fresca.
—¿Es cierto que usted cambiaría un Mundial por hacer una gira de los Rolling en los 70?
—No, no (ríe). Una gira de los Rolling con acceso a los camerinos sería interesante, eh (ríe). Pero no. Son cosas diferentes. Para mí la música sigue siendo algo lúdico. Me gusta para disfrutarla, no para trabajar, y sin embargo, cubrir un evento como periodista deportivo mola.
—¿Qué partido histórico le hubiera gustado contar?
—Jo, me hubiera gustado hacer inalámbrico en el 12-1 a Malta. Lo hizo un grande como Alfonso Azuara... Y fue una explosión. Una locura colectiva como nunca antes.
—El sueño de una generación era contar que España era campeona de un Mundial...
—Eso fue muy grande. Un Mundial... El listón está muy alto. El gol de Iniesta fue un subidón estratosférico. Pero habrá más. Seguro. Aunque ninguno como el primero. ¿Qué nos falta? Veinte oros en unos Juegos.
—Usted siempre dice que, eso, unos Juegos, es lo más...
—Las ocho medallas de oro de Phelps en Pekín es mi momento inigualable de radio deportiva. Algo que nadie volverá a hacer en los próximos tres siglos...
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