Todo ocurrión en el minuto 93 de un partido celebrado a las 12 del mediodía con las cámaras de Canal Plus de terstigo.Era domingo 17 de septiembre de 1995.
El sol apretaba y el marcador más. Un debutante firmado del Mármol Macael, Paco Luna, ponía en ventaja a los rojiblancos en la primera mitad y el partido lo dominaba Pepe Cayuela ante un experto Txuxi Aranguren. Todo iba bien y muchos aficionados iban a comerse la tradicional paella cuando en una contra Bermúdez lograba el empate en el minuto 88.
El castellano manchego Pinar Martínez había dado 3 minutos de añadido y Diego forzaba un corner en la portería de fondo sur. El mismo Diego lo lanzaba. No había tiempo para más.
Iván campo de cabeza tocó la pelota a la frontal del área donde Luna hizo una tijereta que la clavó en la portería de Tito. El campo se vino abajo y el presidente también.
Guillermo Blanes daba con su cuerpo en el estrecho pasillo del palco mientras sus compañeros de directiva pedían la asistencia de la Cruz Roja y del doctor Raimundo Castro que estaba en los banquillos.
Para los aficionados no era nada nuevo ya que las lipotimias de Blanes venían del fútbol sala. Pero el susto se lo llevó todo su equipo directivo y aquellos que volvieron la vista al palco con el gol mientras la mayoría gritaba ¡Luna, Luna, Luna!
Ese día tras la victoria y el triunfo de un jerezano goleador anunciaba en rueda de prensa Pepe Cayuela que: "Lo mismo no juega el próximo partido por muy bien que lo haga aquí mando yo". Así era Cayuela y así son muchos entrenadores que se empeñan en ir contra corriente.
No olvidaré nunca ese gol que cantaba en Radio Nacional de España rompiendo en el informativo nacional con un grito tan celebrado en Almería como repudiado en Vitoria.
Blanes era, es, puro corazón rojiblanco. Alma, corazón y vida de lo que hoy disfruta nuestra afición.
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