En el cavernoso Stade Pierre-Mauroy que se quedó mudo como una tumba en la noche del jueves ante los impactos de Pau Gasol, España y Lituania chocan en su segunda final de Eurobasket a las 19:00 horas… con el prólogo (14:00) del Francia-Serbia, por la medalla de bronce: este último partido, opone a las dos selecciones que, según el mismo Sergio Scariolo, son “quizá, los dos equipos más talento del torneo”.
Pero, también según el mismo Scariolo (en su tercera finalísima continental con España, más otra en Juegos Olímpicos), “hay otras muchas cosas que te ponen en la final, como la fuerza táctica”. Para refrescar memorias, convendrá recordar que en la final de 2003, en Estocolmo, la Lituania de Saras Jasikevicius, ordenada por Donnie Nelson, atrapó a Pau Gasol en una zonal tela de araña y se llevó el título con un claro 93-84… pese a que Gasol acabó como máximo anotador del Eurobasket sueco, a 25,8 puntos de media. ¿Suena de algo?
Chocan en el Pierre-Mauroy dos equipos que han ido claramente de menos a más en este Eurobasket. Chocan a la sombra del melodrama de los franceses (“le pregunto a Dios qué es lo que he hecho mal”, declaraba ayer Tony Parker) y bajo el halo titánico de ese superclase del Siglo XX: Arvydas Romas Sabonis, el pívot nuclear de Lituania, Zalgiris, Real Madrid, Portland y la propia Unión Soviética… que ayer aconsejaba a su hijo Domantas, ‘Domi’, en plena pista, durante el entrenamiento de Lituania. El zurdo Domantas habla con acento andaluz, malagueño y se forma en la Universidad de Gonzaga. Pero el gran Arvydas no va a decidir esta final… ni probablemente tampoco lo haga Domantas.
En el caso de Lituania, el seleccionador Kazlauskas (asesorado por Arturas Karnisovas) buscará rodear a Pau Gasol con cuerpos y golpes para lanzar un partido antipático y durísimo de jugar: la idea es morder a Gasol con el pívot Valanciunas e imponer, al avieso redoble del tambor lituano, el ritmo sordo y áspero, del base Kalnietis y el ‘todoterreno’ Jonas Maciulis. Pero…
Pero uno recuerda una escena en Beale Street: Memphis, Tennessee, una noche de otoño de 2001. Allí, tan cerca de Graceland, un ‘homeless’ callejero paró en la calle a Pau Gasol, que acababa de debutar con los Grizzlies en su primera pretemporada de NBA. El vagabundo decía al debutante: “Eres jugador de baloncesto de los Grizzlies, te he visto jugar hoy. Sé que puedes ser un gran jugador, pero necesitas hacer algo con el balón cada vez que lo tengas en tu mano: ‘Do something with it, do something with the rock’, haz algo con esa piedra. Si lo haces, serás grande, chico”.
En 14 años desde aquella noche bruja de Memphis, Pau Gasol ha hecho muchas cosas con el balón. Y en Lille ha hecho un equipo de España y un drama de Francia. “Do something with it again”. Si Pau Gasol produce hoy algo similar a lo que hizo con Francia, si vuelve a recrear a la noche de Beale Street, Kazlauskas y Lituania tienen un problema. Un problema que no puede arreglar Arvydas Romas Sabonis…
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