El Almería nació sin campo y su cantera sigue peregrinando y jugando de prestado un cuarto de siglo después. Aquel club que presentaba, Guillermo Blanes, para dar salida a los jugadores de la tierra continúa a la espera de la tierra prometida, esa Ciudad Deportiva, tantas veces presentada como inacabada.
Blanes sabía bien lo que necesitaba el club para crecer y en su primera aparición dejó un claro mensaje a los políticos de aquel 1989 en el sentido de. “contar con unas instalaciones dignas para el primer equipo y para nuestras categorías de base”. Aún sigue esperando.
Niños nómadas
Todo el Almería era canterano. La primera plantilla se la encomendó a, Pepe Navarro, que tuvo que seleccionar en tiempo récord a jugadores de la tierra para competir fuera de la capital ya que no logró el ayuntamiento de Almería abrirles un hueco en el Franco Navarro donde competía el Poli de categoría nacional. Tuvo que ser Benahadux quien prestara sus instalaciones para que jugara el Almería hasta que la Federación le abrió las puertas del Matías Pérez en La Cañada.
Aquel Almería solo tenía un equipo juvenil como primera piedra de una cantera que nacía marcada por la falta de instalaciones. Los primeros años se trabajaba en las horas que tenían libres en los campo de Los Ángeles o El Zapillo. Todo eran inconvenientes pero Pepe Navarro iba multiplicando a los canteranos a la espera de una solución.
Llega el convenio
El club iba creciendo y abría sede en la calle Altamira mientras que su presidente y Los Molinos firmaban convenios de colaboración para tener unas bases sólidas. Se gastó una pasta pero aquello no le convencía del todo y formó equipos propios y los iba repartiendo por los campos donde había horas libres. No era fácil ya que Almería estaba en plena guerra civil con dos clubes rojiblancos que se repartían por igual simpatías y fobias.
Blanes nunca se arrugó en su proyecto de cantera y con el ascenso a Segunda División en 1995 llegó a sacar hasta filial y lo puso en las manos de su hombre talismán, un Pepe Navarro que le seleccionó de nuevo a lo mejor de cada casa para que vistiera la camiseta del club de pantalón blanco. Aquella cosecha dio sus frutos y se produjeron los primeros saltos con Ortega, Senna, Pipo... que dejaron mucho dinero en el Almería.
La vida sigue igual
Blanes se lanzó a por la tierra prometida cuando subió el equipo a la Liga Profesional y buscó en los ayuntamientos de distinto color “unos terrenos para hacer la Ciudad Deportiva” que presentó en la calle de Altamira y en el Gran Hotel pero sin respuesta alguna.
Sus futbolistas iban como la falsa moneda de mano en mano y sin contar con horarios ideales para trabajar. Los niños se lo pensaban a la hora de firmar por el Almería y a Blanes se le apagó la voz de tanto gritar por una parcela donde hacer uno o dos campos para sus muchachos.
Aquel Almería que presentaba en 1989 tiene el mismo número de licencia federativa que el actual y seguimos con los niños pagando por jugar y entrenar. Unas veces en la Universidad, otras en La Cañada o si quedan horas libres por el campo del Tito Pedro.
El Almería nació sin campo y su cantera ha pasado 26 años esperando la tierra prometida y ahora con terrenos asignados: ni un solo ladrillo.
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