¿Va a empezar a ser el fútbol objetivo de los terroristas?
—Cualquier espectáculo público en realidad. Cualquiera. Piense en lo de París. Fue un atentado barato y relativamente sencillo. La clave está en lo fácil que es conseguir armas muy letales y en que se dispone de suicidas en número abundante. Los suicidas sólo tiene que franquear una puerta, disparar y luego inmolarse. Y el daño es enorme. No tienen que estudiar los planos de las alcantarillas, tener quince relevos que los lleven hasta la frontera de Siria y cosas así.
—¿Han dejado de ser los estadios de fútbol un lugar seguro?
—Son un blanco codiciado. Pero no sólo el Bernabéu o el Camp Nou, cualquier estadio. La publicidad la tienen asegurada.
—¿Está garantizada la seguridad en el Clásico?
—Presumo que sí. Será más incómodo entrar, pero dada la pericia de nuestra Policía imagino que habrán tomado todas las medidas necesarias. Yo, por supuesto, estaré en mi asiento. Dentro y fuera del estadio la seguridad se puede garantizar. Ahora bien, no se puede vigilar toda una ciudad todos los días.
—¿Debe ir la gente tranquila?
—Debe ir dispuesta a hacer más cola, tal vez a ser cacheada... Y no hay que rezongar. La Policía tiene que cumplir su deber. Crearles dificultades, aunque sea verbalmente, sería estúpido y poco solidario.
—¿Estaba justificada la suspensión del Bélgica-España?
—No tengo datos, pero razones tendrían. Bélgica no sólo es uno de los nidos del terrorismo yihadista casero, sino que tiene unos servicios policiales y de información que no parecen ser un modelo de coordinación. He leído que hay seis diferentes. Demencial. El propio Ministro belga del Interior, Jan Jambon, ha admitido que la coordinación no es la ideal.
—¿Podrá Francia, el país más amenazado por el terrorismo islámico, garantizar la seguridad en la Eurocopa?
—Pienso que sí. En Sudáfrica hubo largas colas, cacheos... y no pasó nada aunque fuera un buen blanco. Yo, si encuentro las fechas y las entradas, intentaré ir a dos o tres partidos.
—¿Estamos en guerra como afirma Hollande?
—La palabra guerra es un poco fuerte, pero hay algo de eso y hay que responder.
—¿El estado de psicosis creado en Europa tras los ataques de París puede desembocar en un recorte legislativo de algunas libertades de los ciudadanos?
—Es probable. Aunque nos moleste, resultará en parte inevitable. Rasgarse las vestiduras porque la Policía intercepte un par de llamadas que te hace un sospechoso es estúpido y ciego. Sacrificar en algún momento una pequeña porción de tu privacidad si eso presumiblemente va a dar resultados, es un precio que hay que pagar.
—¿Está a favor de la intervención militar terrestre en Siria?
—No me entusiasma, pero puede que sea inevitable. El bombardeo no bastará. Es difícil ganar una guerra sin infantería sobre el terreno.
—¿Qué otra forma hay de combatir el yihadismo?
—Con medidas policiales y políticas. Reforzando los efectivos y recursos de la Policía, organismos de inteligencia... Estados Unidos lo hizo, y si exceptuamos el atentado de la maratón de Boston, lleva más de 14 años sin ataques y eso que son un blanco predilecto. En cuanto a la política, en el exterior hay que lograr que todos los países importantes se involucren en la lucha antiterrorista, que hasta ahora no lo están, y en el interior, tratando de disminuir la marginación de jóvenes árabes en ciudades importantes.
—¿Hasta qué punto se debe implicar España en una intervención terrestre en Siria?
—El gobierno del PP tiene el síndrome del 11 de marzo. Pienso que tiene pavor al efecto electoral si se involucra. La razón: ‘Spain is different’. Y no lo digo en tono de elogio. En Francia o en Estados Unidos, o en Marruecos, cuando hay víctimas en atentados, nadie sale gritando que esto ocurre porque se ha participado en esta o aquella operación contra los islamistas, a pesar de que Francia está muchísimo más implicada ahora de lo que lo estuvimos nosotros en la guerra de Irak. Con todo, a pesar del canguelo del Gobierno, si varios países europeos occidentales se unen a Francia, ¿puede España rehusar enviar media docena de aviones o una compañía de desminadores para que limpien el terreno que se le quita al ISIS? Sería una vergüenza.
—¿No ve riesgo en que una intervención terrestre pueda potenciar el extremismo?
—Existe. Algunas personas se volverán más extremistas, pero si los descabezas y derrotas contarán de un lado con muchos menos recursos y, de otro, la aureola que tienen entre jovenes incautos islámicos, que les proporciona soldados, desaparecerá en buena medida.
—¿Existe el riesgo de que estos hechos se interpreten como un problema entre religiones?
—He vivido en Argelia y la mayor parte de los musulmanes, casi todos, son tan pacíficos como usted o como yo. Pero hay una minoría fundamentalista para la que muchos musulmanes moderados son tachados de apóstatas y los cristianos de cruzados contra los que hay que luchar sin piedad.
—¿Debe ser más contundente la comunidad islámica a la hora de condenar los atentados?
—Por supuesto. Desde hace meses se oyen voces académicas y religiosas en el mundo musulmán que pregonan que esto no es lo que dice el Corán. Pero esas voces, hasta hace muy poco, no estaban generalizadas y no eran potentes.
—Por último, ya en clave política interna, ¿ve un Clásico distinto en esta ocasión?
—Deportivamente es siempre igual. La rivalidad sigue siendo la misma y por razones lamentablemente internas, en España, la animosidad entre las dos aficiones no ha decrecido. Pensemos en los pitos partidistas a Piqué, en Artur Mas sembrando concienzudamente victimismo y división...
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