En un universo de mentira creado de la nada por los dioses del petróleo, luces en el mar, brillantina en el desierto, turbantes y chilabas blancas, aceites y perfumes en la parrilla de salida de un deporte que no huele a gasolina. Y Bernie Ecclestone, el personaje que parece que mueve los hilos que agarra a un tipo de blanco que fue rey mientras los demás se han ido. Alonso se queda unos minutos, se hacen fotos con el asturiano los jeques de los emiratos, le firma una gorra a un niño y a otro. Minutos antes de subirse al coche para jugarse la vida en la última carrera de su peor temporada en la Fórmula 1. A pesar de todo, más allá de lo que se pueda pensar desde el sofá, el bar o los despachos Fernando Alonso termina el año igual que acabó el anterior. Cansado. Solo eso. Ya es mucho. Da que pensar.
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Les resumo su carrera. Salía decimoséptimo, le tocó en la salida Nasr, se fue contra Maldonado, tuvo que entrar en boxes a cambiar el morro, tardó seis segundos más en salir por el neumático izquierdo delantero, le pusieron un drive through de sanción, paró en total cuatro veces… y terminó decimoséptimo. Su compañero Button, duodécimo. Datos. Poco más. Tanta paz lleves como descanso dejas querido 2015, temporada interminable de los ecos de la noche de reyes a los albores de la Navidad. Más o menos. O quizá es cosas mía…
Así quedó Alonso tras el regreso a McLaren, con la misma sensación de hartazgo que al irse de Ferrari, las mismas palabras dichas a un colega antes de viaje de hora y media por el anillo de luz para regresar al mismo sitio. Poco que ver con la sensación que le deja este final de temporada a Nico Rosberg. Y es que el alemán ha terminado el año brillante con las tres últimas poles y las tres últimas victorias: México, Brasil y Abu Dhabi.
Lo repito. Sí, otra vez. Desde que Hamilton se proclamó campeón en Austin su compañero de equipo lo ha ganado todo. Todo. Así que finalmente deja un mensaje, un aviso al gran Lewis, campeón a falta de tres carreras con diez victorias y once goles. Nico se maquilló la estadística al final, seis triunfos y siete goles. En esta carrera salió primero y así acabó, solo a unas pocas vueltas del final hubo alguna duda cuando Hamilton no quería entrar a cambiar neumáticos pese a que perdía dos segundos por vuelta, después lo intentó con gomas nuevas, pero no pudo. Segundo. Por detrás, a tres segundos de Lewis el tercer lugar del podio para Kimi Raikkonen.
Y uno se puede preguntar qué hubiera pasado si Vettel y su equipo no cometen el error de la calificación, salía decimosexto el alemán y llegó cuarto. Carrera de genio con un coche superlativo. Y es que sí, ha mejorado mucho el Ferrari este año, ha ganado tres carreras, una pole, del 1.4 segundos de media del año pasado a las seis décimas de este en calificación. Y uno se pregunta, otra más, de manera inevitable qué hubiera hecho Alonso con este coche. Preguntas sin sentidos. Disculpen.
Será mejor centrar la atención en un muchacho madrileño que concluyó la temporada al borde de los puntos, muchos problemas en cada carrera para un Carlos Sainz que ha hecho una auténtica demostración de talento. Esta vez cuando era sexto le metieron en boxeo y tardaron seis segundos y medio en cambiar neumáticos: salió duodécimo. A partir de ahí luchas varias, entre ellas pasada a su compañero Verstappen. En fin. Max, decimosexto, de momento. Y Roberto Merhi, quizá en su última carrera salvo milagro, decimonoveno y último con un coche lleno de goteras. Quizá alguien le de un coche de verdad algún día. Quizá lo vuelva a tener Alonso. Quizá…estamos en un universo de mentira creado de la nada. Todo puede pasar en la Fórmula 1. Todo.
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